En agosto se conocería el programa económico para el crecimiento
En ese momento será posible evaluar de manera consistente los efectos de la nueva combinación de políticas económicas que se aplicarán durante el lapso restante de administración del gobierno actual.Desde el punto de vista académico, existen numerosos modelos de funcionamiento económico.
Son conocidos los modelos macroeconómicos que explican las razones por las que la producción interna de bienes y servicios (PIB) se encuentra estancada, en recesión o en sobre expansión. Explican, además, el comportamiento del nivel general de precios, es decir su estabilidad, su aumento —inflación—, o su declinación —deflación—. Son modelos que asimismo permiten analizar y explicar situaciones como el resultado de las ventas y compras externas de bienes y de servicios, el ingreso o el egreso de capitales financieros y reales y la variación de reservas que se puede producir en el país o a nivel de la autoridad monetaria.
Otros son los modelos microeconómicos que explican la formación de precios en distintos tipos de mercados
—como pueden ser los que operan en competencia, los monopolios, monopsonios, oligopolios, y otros por el estilo—, a partir del comportamiento de la demanda y de la oferta de bienes o servicios que se presentan en ellos. Y aún existen otros modelos económicos, como el de crecimiento de la producción en el mediano y en el largo plazo, cuya función es diferente aunque como todos los demás, tienen su fundamento en la microeconomía.
El empleo de modelos como los comentados al permitir analizar cómo funciona la economía, son útiles para anticipar los resultados que puede tener la aplicación de determinadas medidas para corregir distorsiones o resultados no deseados y alcanzar los que brindan más bienestar a la población.
Situación macroeconómica
Particularmente importante es hoy, el análisis de las características de la situación macroeconómica de nuestro país, los factores que influyen sobre ella y la orientación que se dará a la conducción macroeconómica con el objetivo de alcanzar mejores resultados. Como se sabe, hay factores externos que tienen importante influencia y sobre los que las autoridades locales no pueden influir —la tasa de interés de la Reserva Federal en especial, el nivel de actividad mundial y los precios internacionales—. Algo similar ocurre con los factores regionales como los que afectan a la competitividad relativa de nuestro país con Brasil y Argentina. Pero también la situación macroeconómica de nuestro país depende de la combinación de políticas macroeconómicas que se han venido empleando y se emplean localmente, políticas que sobre estas sí, la conducción macroeconómica local tiene influencia, pues las determina.
Hoy observamos que la situación macroeconómica se caracteriza por un crecimiento de la producción bastante menor al ritmo que permitiría lograr su dotación de factores productivos y que tiene una tendencia declinante. La inflación declina pero aún se encuentra levemente por encima de la meta objetivo determinada y explicada por las autoridades. Y el sector externo no presenta problemas relevantes. El aumento del nivel de actividad, el crecimiento de la economía, debería ser, entonces, y como lo ha mencionado la conducción ministerial, la prioridad macroeconómica actual. Pero también es prioridad —mencionada por la nueva conducción bancocentralista— continuar con la disminución de la inflación, hoy en un nivel (muy) levemente por encima del planteado como meta.
El programa
Mejorar el comportamiento de las variables señaladas —PIB y nivel de precios— se podría dar naturalmente, sin tomar medidas que aceleren alcanzar esos objetivos. Pero, si así fuera, se lograría tras una progresiva y duradera caída del empleo, que se recuperaría luego de un tiempo extenso y complicado, debido al incremento de la producción que ocurriría por un previo y fuerte descenso de los salarios. Esta dolorosa transición es la que por supuesto lleva a un gobierno a evitar los ajustes de esa naturaleza y a tomar medidas que aceleren la recuperación de equilibrios deseados.
Para alcanzar mejores objetivos macroeconómicos más rápidamente, generalmente se proponen y emplean medidas fiscales —tributarias y de gasto público—, monetarias y cambiarias que tienen efectos sobre el consumo privado, el gasto público, la inversión y las exportaciones, conceptos cuyo aumento es lo que impulsaría al PIB y a su crecimiento. Lo que se ha mencionado a nivel de la nueva conducción económica de nuestro país, es que para crecer más se debe invertir más, sin afectar el resultado fiscal y para ello es necesario que la inversión en el país pase a ser 22% del PIB de su actual 17%. No se ha mencionado cómo hacer para que la inversión crezca tanto más y por el lado del sector privado cuando, por otro lado, el Banco Central ratifica la política monetaria contractiva que implica tasas de interés que, aunque han descendido en lo que va de julio aumentando la emisión circulante, siguen altas arbitradas a alternativas en dólares y desfavorables para la inversión. Una política que además mantiene un efecto depresivo del tipo de cambio nominal sobre todo en términos del salario y de otros precios de productos y servicios no transables, lo que no favorece al propósito que se busca.
A casi medio año de la nueva administración en funciones no se conocen aún las políticas que permitan proyectar el crecimiento económico de nuestro país en el corto y mediano plazo, núcleo de los objetivos del Ministerio de Economía. Es probable que se puedan conocer en breve con la discusión parlamentaria del proyecto de Ley de Presupuesto Nacional que presentará la actual administración, para el período 2026-30. Entonces será posible evaluar de manera consistente los efectos de la nueva combinación de políticas económicas que se aplicarán durante el lapso restante de administración del gobierno actual.