Necesidad de repensar: la producción de cemento es responsable de más del 7% de las emisiones globales de CO2
Desde la primera mitad del siglo XIX, cuando a través de la calcinación de piedra caliza y arcilla se patentó el “cemento Portland” hasta hoy, con este como el tipo de cemento más utilizado en todo el mundo, grandes transformaciones se han registrado en la industria de la construcción.
La industria del cemento se encuentra en una coyuntura crucial, enfrentando la necesidad de transformarse una vez más, aunque esta vez hacia prácticas sostenibles que se alineen con los objetivos climáticos globales, según sostiene Olaf Schmidt en una columna en El País de Madrid.
El concreto -la mezcla de cemento, agua y agregados (como arena, piedra y grava)-, es una de las sustancias más consumidas en el: sirve como la columna vertebral de la infraestructura, esencial para construir las carreteras, puentes y hogares que definen nuestras ciudades.
Sin embargo tiene un costo oculto, según señala Schmidt: su producción es responsable de más del 7% de las emisiones globales de CO2, superando a varias industrias, incluyendo la forestal, la aviación y los textiles.
América Latina juega un papel clave. Según proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se espera que la población de la región alcance aproximadamente 730 millones para 2053. Satisfacer esta demanda requerirá inversiones significativas en vivienda, carreteras e infraestructura pública, las cuales dependen en gran medida del cemento.
A esto se agrega el déficit de vivienda que soporta el continente: más del 30% de los residentes urbanos habitan en viviendas inadecuadas, con acceso insuficiente a servicios esenciales.
Y esta oportunidad es única. Como se destaca en un informe publicado por la Corporación Financiera Internacional (IFC), miembro del Grupo Banco Mundial, la transición a una economía baja en carbono podría desbloquear $23 billones de dólares en oportunidades de inversión en mercados emergentes para 2030.
Señala Schmidt en su nota en El País que los productores de cemento que lideren la descarbonización estarán bien posicionados para capturar este capital. La transición a la producción de cemento bajo en carbono representa una oportunidad para reducir riesgos operativos, reducir costos y atraer inversiones, especialmente a medida que los flujos de capital globales priorizan cada vez más las empresas sostenibles.