ancapLos monopolios públicos o privados castigan a los consumidores

El gran costo para los consumidores es la transferencia de ingresos que deben hacer a Ancap, sumada a los costos tributarios asociados en las tarifas.La Teoría Microeconómica es el núcleo de la ciencia económica. A partir de ella es que se pueden entender cómo y por qué se forman los precios en distintos tipos de mercado y a partir de ellos por qué se produce lo que se produce, cómo se produce lo que se produce y para quien se produce lo que se produce.

Es por eso que a la teoría microeconómica se la conoce, también, como la teoría de precios y por qué, en ella, se fundamentan el resto de las disciplinas económicas.

Competencia y Monopolio
Hoy cualquier economista sabe —o debería saber—, que cómo se forman los precios en mercados en competencia es la forma que más contribuye al bienestar general. La teoría y la realidad así lo comprueban. En los mercados de este tipo, la demanda de quienes desean comprar y acuden libremente a hacerlo, se enfrenta a la oferta de los que deseen vender y acuden libremente a hacerlo. El precio surge, de ese modo, por la interacción de la oferta y la demanda en un mercado en el que no hay restricciones al ingreso ni de demandantes ni de oferentes. Muy diferente es lo que ocurre cuando un mercado es monopólico ya que la empresa monopólica es la única oferente y, como tal, enfrenta a la totalidad de la demanda del bien o del servicio que produce. A partir del manejo de la cantidad que produce para vender, cobra el precio que le hace maximizar su ganancia. El resultado es que el precio, para los consumidores demandantes de ese producto, es mayor al que existiría si el mercado fuese de competencia, pues la cantidad que vende para maximizar su ganancia es menor a la que ocurriría en el otro caso. Una empresa monopólica cobra un precio más alto que el que resulta en un mercado competitivo, el equilibrio de ese mercado es con una menor producción y en consecuencia, también es menor el empleo. Se produce entonces, una transferencia de ingresos de consumidores del producto vendido en condiciones monopólicas a la empresa que lo produce.

Además de los mercados en competencia y de los monopólicos, existen otros tipos de mercado que tampoco contribuyen al bienestar general, como los mercados en competencia en los que la libre entrada para demandantes y oferentes mantiene a los precios relativamente más estables y en consonancia con el resto de las variables económicas de un país. Entre esos otros tipos de mercados se distinguen los oligopólicos —por ejemplo, el manejado por la OPEP—, los monopsónicos —con muchos oferentes y un solo demandante del producto en cuestión—, y los oligopsónicos.

Monopolio local
Desde hace muchos años, en nuestro país hay posiciones a favor de mantener el monopolio legal de Ancap para la importación y la refinación de petróleo. La empresa no tiene la competencia de otras firmas en el mercado. Desde hace muchos años, también, se dan extensas discusiones sobre los costos y los beneficios de esa condición de la petrolera estatal. Esas discusiones ocurren entre políticos de todas las banderas, relativamente más liberales y de izquierda que son los que, contrariamente a los perjudicados por la situación, tienen el poder para definir la situación. Un poder que puede aceptar una solución de segundo mejor —como la fijación del precio de los combustibles como el de paridad de importación que por más o por menos poco se cumple—, que lleva a realidades que implican la continuad indefinida de una situación costosa para el bienestar general. El resultado de esas discusiones es obviamente, que poco se hace para evitar el alto costo de un monopolio —que me apuro en señalar, pues no los dispongo en términos monetarios— pero que intuyo es muy alto e injusto para los habitantes de nuestro país cuando, excluida la carga impositiva que además tienen, son notoriamente mucho más altos que en otras naciones.

Por el lado de los costos monetarios es bien conocido el alto costo de las administraciones públicas, mayor siempre que el de las privadas. Es que quiérase o no, a quien hay que responder por las deficiencias, en ese sentido, es a una población sin peso para tomar decisiones más allá de las indirectas y muy lejanas que puedan surgir, por los cambios de la administración política de la nación. El gran costo para los consumidores es la transferencia de ingresos que deben hacer a la empresa estatal, sumada a los costos tributarios asociados en las tarifas. Costos que aumentan además, por el subsidio que la empresa estatal concede a quienes no teniendo nada que ver con la actividad natural de la petrolera, vienen “colgados del camión”. Solo una empresa monopólica y estatal puede tener los costos del mantenimiento de actividades que nada tienen que ver con su actividad protegida por su naturaleza monopólica legal. Una actividad que, que si no existiese la competencia de otras firmas con igual actividad en el mercado, solo subsistiría con un castigo superlativo —como lo es el de la petrolera— a los consumidores de su producto.

Mirada desde el punto de vista académico, no hay justificación alguna para que Ancap continúe como empresa monopólica en la importación y refinación de petróleo para la elaboración de combustibles. Es hora de que se destierren las razones que llevan a su continuidad. Liberar la producción local de lo que hoy prohíbe la situación legal de Ancap e incluso permitir la importación de combustibles, no solo ya el permiso de la producción local, sería la detención de las injustificadas transferencias de los consumidores a una empresa que todos años convoca a discusiones interminables e injustificables y que esconde un costo social —en el sentido económico— inigualable. La competencia atrae si las ganancias de los que compiten es mayor a la normal y provoca su descenso; los monopolios por carecer de competencia, no tienen justificación y solo subsisten por quienes por él se benefician y por quienes no tienen o no pueden interpretar la información que los condena.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 12 Mayo 2025