Andrés CastiglioniLa histórica empresa uruguaya que representa a Volvo y hace torres de refinería y calderas para el exterior

CIR fue creada en 1932 como constructora, pero hoy tiene tres unidades de negocio: Industria y Energía, Transporte y Equipos, y Calefacción, con las que atiende tanto el mercado local como internacional.Andrés Castiglioni, director de CIR Industria y Energía, nació en Montevideo y tiene 56 años. Ingresó a la empresa en 1992 y hoy la compañíase destaca por exportar productos y servicios a varios países de la región.

Es ingeniero industrial mecánico (UdelaR) y resalta que su industria genera productos de calidad mundial presentes hoy en día están en casi todas las empresas del país. Señala que Uruguay es un mercado chico, por lo que comenzó un camino de explorar el exterior. También alerta sobre el ingreso de productos que no pagan aranceles y, principalmente, sobre la desaparición del sector industrial uruguayo que, una vez que se pierde, «no se recupera». Está casado, tiene cuatro hijos y disfruta de la lectura, andar en bicicleta y, sobre todo, de la naturaleza.

—La empresa fue creada en 1932, pero con un rubro diferente al actual. ¿Cómo fue la evolución hasta el presente?
—Exacto. Nace como una empresa constructora de la mano de Rafael Mussio Fournier. Una de las obras donde participó fue el Hospital de Clínicas donde, ante la falta de insumos que no llegaban al país debido a la posguerra en Europa, hace inversiones para fabricarlos localmente. Por ejemplo, importó máquinas de Alemania para hacer los radiadores. Ahí comenzó el negocio metalúrgico, al que sumó la fabricación de insumos agrícolas como discos de arado, palas, etcétera. La empresa comienza a abandonar la construcción, se incorporan socios, se compraron empresas y se diversifica fabricando partes automotrices como elásticos, ruedas y remolques completos, trailers y jaulas de ganado. En la década de 1980 comienza incipientemente la globalización y la importación va desplazando la fabricación nacional de diversos productos como remolques en base a tecnología y escala. Por ello, del negocio central se van «descolgando» empresas que combinan el producto importado con el nacional y los servicios. Así nace primero la unidad de transporte en 1988, luego la de calefacción, y en 2010 la representación de Volvo Camiones, Buses y Maquinaria de construcción para Uruguay. En paralelo, se desarrolla un área de montajes industriales que se complementa con la fabricación metalúrgica especializada.

—¿Cuáles son las principales áreas en cuanto a facturación?
—Actualmente tenemos tres unidades de negocio: CIR Industria y Energía, CIR Transporte y Equipos, y CIR Calefacción. Transporte representa el 45% de la facturación, sobre todo con la venta y servicios de posventa de camiones y buses en todo el país para la industria forestal. Industria y energía es otro 45%, con la fabricación metalúrgica que se especializa en equipos sofisticados y de mediano y gran porte como calderas a vapor de una tonelada en adelante para industria y recipientes a presión. Por último, Calefacción es un 10%.

—Han vendido productos y servicios al exterior. ¿Cuál es el mercado más importante?
Si hablamos de industria y energía, el mercado principal es básicamente Uruguay, con mucho negocio en el sector privado, donde creo que toda industria tiene algo que ver con CIR. Hemos trabajado con UPM, Montes del Plata, Conaprole, frigoríficos, pero también con el sector público, como Ancap y UTE. Como en los últimos años la industria uruguaya fue mermando, hemos salido a buscar mercado al exterior y logramos buenas incursiones. Hoy tenemos negocios en Perú, Chile, Brasil, Argentina, Bolivia e incluso hemos llegado con algún equipo a Costa Rica. La primera exportación fue en la década de 1990 a Argentina, y en 1999 logramos la certificación de ASME (siglas en inglés de Sociedad de Ingenieros Mecánicos de EE.UU.), cuya norma certifica los productos individualmente. Es como un sello de calidad que se renueva cada tres años; lo hemos mantenido y es parte de lo que nos abre puertas en el exterior. El negocio del exterior ya representa un 9% de la facturación, aunque este año, con la venta de una gran torre de destilación de unos 60 metros de alto para una refinería en Argentina, seguramente esa cifra sea más. En las otras unidades de negocio, como transporte y calefacción, el negocio se centra puntualmente en Uruguay. En este segmento llegamos a un abanico muy amplio de clientes, desde el hogareño con los calefactores y pellets, hasta los grandes clubes deportivos, con los que ahora estamos trabajando con bombas de calor.

—¿Cuánto ha crecido la empresa en los últimos años?
Si bien tuvimos alguna caída previa, desde 2019 en adelante hemos crecido sostenidamente, con un promedio de entre 5% y 10% por año. El año pasado cerramos con una facturación de US$ 140 millones. Hoy en la empresa trabajan unas 800 personas, de las cuales cerca de 80 son profesionales. Del total, un 60% están en forma permanente, el resto fluctúa, sobre todo porque las obras grandes generan eso.

—Si bien comenzaron a exportar, su principal mercado es Uruguay. ¿Cómo ve el escenario de negocios a nivel local?
—Los principales clientes, que eran industrias, han ido desapareciendo en los últimos años. Si comparamos la lista de cuando yo entré a CIR en 1992 con la actual, más de la mitad ya no existe. Por ello, hemos trabajado para sustituirlos con la industria forestal, tanto con el negocio del transporte como con el de industria y energía con las plantas de celulosa, donde generamos un negocio nuevo con el mantenimiento. Intervenimos sistemáticamente en todas las paradas de planta de las plantas de celulosa, es un negocio que antes no existía. De todas formas, somos muy dependientes de la inversión industrial, en edificios de apartamentos, etcétera.
—Otro tema que aqueja a la industria uruguaya es el problema de competitividad, ¿que estrategia aplica ante esto?
—Como industria metalúrgica nos cuesta mucho competir con China, Brasil y algunos países de Europa del Este. En algunos casos tenemos perdida la batalla en todo lo que puede venir en un contenedor, pero cuando son equipos de un cierto volumen y tamaño, ahí mantenemos una ventaja porque son fletes y equipos difíciles de mover. Somos un país muy caro porque tenemos una escala y un mercado chico. Para competir, nuestro diferencial pasa por la calidad de lo que producimos, pero sobre todo por los servicios. Por eso invertimos en capacitarnos y estar a la altura de las nuevas inversiones.

—¿De qué manera se mantienen actualizados?
—En lo que tiene que ver con la fabricación metalúrgica, hemos tratado de estar a la vanguardia de los procesos visitando ferias o a nuestros proveedores, que son líderes en lo que hacen. Algo que hemos cambiado es que ya no hacemos todo acá de cero, sino que traemos materiales con cierto grado de prefabricación y lo terminamos acá. Hoy trabajamos con lo último en calidad e innovación a nivel mundial. La calidad no es una limitante para nosotros, lo es el tamaño, porque en nuestra planta no podamos manejar proporciones demasiado grandes. Ejemplo de esto es la torre para la refinería de Argentina. En esa torre competimos con proveedores de todo el mundo más grandes que nosotros. Es la primera que hacemos de 5 metros de base por 60 de altura, pero ya teníamos experiencia en este tipo de estructura por trabajar con Ancap. Ahora es un gran antecedente porque en ese país hay una inversión enorme en oil & gas.

—Si no son competitivos en costos, ¿cuál es la estrategia para ganar clientes en el exterior?

—Hay países donde la provisión de grandes equipos, como las calderas, no es tan sencillo, por ejemplo Bolivia. Hemos ido varias veces a visitar a YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos), la refinería del país, y les mostramos que le vendemos a Ancap. Empezamos con un equipo chico y fuimos generando confianza. En un momento, ellos querían cambiar las calderas de hace más de 30 años, que eran de Foster Wheeler, una gran empresa norteamericana, pero les respondieron que no las hacían más y solo les vendían las que tenían ahora. Entonces, fuimos, les pedimos los planos de la caldera, la estudiamos y les dijimos que podíamos hacer una igual. Ese es nuestro diferencial: adaptarnos a lo que necesita un cliente, solucionarle un problema. Incluso desarrollamos la logística desde Uruguay a Bolivia. Le hicimos una en 2023 y necesitan cuatro. Es lo que hacemos: buscamos el nicho que las grandes industrias no agarran. También le hicimos una caldera a un cliente que tiene un aserradero en Tierra del Fuego, Chile, donde no tiene energía. Quería una para generar energía eléctrica para consumo propio y que quemara residuos del aserradero. Y le hicimos una a medida.

—¿Cuáles son los próximos pasos de la empresa?
—Hemos tratado de generar nuevos negocios, pero lo más importante es poder ampliar nuestra matriz de clientes hacia afuera de Uruguay. O sea, atender a los de Uruguay de la mejor manera posible, pero comenzar a tener una salida de facturación hacia el exterior, tratando de capitalizar alguna experiencia que tenemos en Uruguay como por ejemplo, en las plantas de celulosa. Ahora se van a comenzar a hacer en Paraguay y ahí podemos sumar. Otro plan es poder fabricar una máquina forestal para la región que hacía una empresa de EE.UU. y que ya no la hace más. Nuestro objetivo es transformar nuestra empresa en una compañía regional, no depender solo del mercado local. Tenemos algunas virtudes, como la capacidad de innovar, que nos hacen atractivos en la región. Por ejemplo, en el área forestal impulsamos el transporte de madera en los bitrenes y tritrenes. En calefacción, estamos trabajando para la industria avícola para calefaccionar. Hoy ahí se utiliza gas licuado y ahora estamos armando un proyecto con pellets. Hicimos un par de pruebas y anda bárbaro. O con los camiones eléctricos. Trajimos los dos primeros a Uruguay, uno ya está funcionando y el otro está por salir , y gracias a eso Volvo nos ve como súper innovadores y nos puso como ejemplo del desarrollo del camión eléctrico.

«Una vez que una industria local desaparece no vuelve»

—¿Cuáles son desafíos que enfrenta su empresa?
—Algo que nos preocupa es lo que ha pasado con muchas inversiones promovidas por la Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones). Se han exonerado tributos a bienes que compiten con los que fabricamos. Hay un mecanismo que, a través de la Cámara de Industrias, ante una importación que será exonerada, se consulta si hay fabricación local. Si existe, esa importación debe pagar los aranceles que correspondan. Y ha tenido un cumplimiento errático. Pedimos que se aplique y se cuide a la industria nacional, porque si se trae todo de China desaparecemos, y una industria que desaparece no vuelve. A modo de ejemplo, estamos peleando junto a otros fabricantes por el tema de estructuras metálicas. Acá se fabrican y vemos que entran de China pagando cero arancel, cuando tendrían que pagar 14% más 5%. Durante la pandemia, la industria local mostró lo que valía porque el país se apoyó en ella. Uruguay no debe perder más infraestructura industrial porque en momentos de crisis o en que los precios internacionales suben y los fletes se encarecen, la industria local ha sido un apoyo.

  Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 27 Junio 2025