Para el CED, Presupuesto “ambicioso y audaz” de Oddone es “frágil”
El director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Agustín Iturralde, cuestionó los supuestos “optimistas” del gobierno y alertó por la posibilidad de un ajuste fiscal adicional en el corto plazo.El director de Equipos Consultores, Ignacio Zuasnabar, reveló en un nuevo desayuno organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) los datos de popularidad de los principales líderes políticos que tiene el país.
Como era de esperar, el presidente de la República, Yamandú Orsi y el exprimer mandatario Luis Lacalle Pou son los dirigentes políticos nacionales que más simpatía tienen de la población en general y los que menos antipatía generan.
En el caso de Orsi cuenta con un saldo positivo de + 25, con 46% de simpatía, 28% de antipatía y una valoración neutra de 28%. Lacalle Pou, por su parte, presenta mayores niveles de simpatía que el presidente (49%), pero mayor antipatía, 31%. Con estos números, considerando una neutralidad del 19%, el saldo del líder del Partido Nacional es de 18 puntos.
Orsi y Lacalle Pou son los dos únicos dirigentes políticos del país que tienen un saldo positivo, según el índice elaborado por Equipos. “Uruguay está en una situación inédita desde que estudiamos la opinión pública. Hay un escenario muy contrastante, con dos figuras políticas muy distanciadas de todo el resto, despegados. Y una en cada bloque político con conocimiento casi universal por parte de la población”, valoró Zuasnabar al momento de presentar la información.
Con relación a Lacalle Pou, quien desde que dejó la Presidencia ha optado por mantenerse al margen de la agenda política diaria, Zuasnabar subrayó que “contar con un líder con ese nivel de credibilidad popular y capacidad de incidencia en la agenda—independientemente de que decida ejercerla o no— constituye un poder latente”. A su juicio, “se trata de un capital político enorme para el bloque de centro-derecha”.
En tercer lugar del índice, se encuentra la exsenadora y exvicepresidenta de la República Lucía Topolansky, seguida por Carolina Cosse y en el quinto puesto Álvaro Delgado.
La actual vicepresidenta reúne una simpatía del 30%, antipatía del 43% y opiniones neutras del 20%, finalizando con un saldo negativo de -13. Además de Orsi, los dirigentes políticos que menos antipatía generan son dos ministros del actual gobierno: el de Economía, Gabriel Oddone, y la de Salud Pública, Cristina Lustemberg (ambos 21%).
En tanto, el dirigente con mayores niveles de rechazo (56%) es el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, quien registra un saldo negativo de -42 (14% de simpatía y 15% de opiniones neutras).
“Actualmente es el líder que despierta mayor rechazo dentro del sistema político”, afirmó Zuasnabar.
Un “Presupuesto frágil”
A su turno, el director ejecutivo del CED, Agustín Iturralde, realizó una presentación con foco en lo económico, cuestionando algunas de las proyecciones estimadas por el gobierno en el Presupuesto Quinquenal.
El economista, que comenzó con una puesta a punto sobre la coyuntura global y regional —en particular de China, Estados Unidos, Brasil y Argentina— y la debilidad del dólar, catalogó la ley de Presupuesto presentada por el Poder Ejecutivo de “frágil en un contexto incierto”. Un adjetivo elegido, si se quiere, contrapuesto a los usados por el ministro de Economía, Gabriel Oddone, que lo catalogó de “audaz y ambicioso”.
“Estamos viendo una economía uruguaya que va de más a menos, al revés de lo que pasó en 2024. Incluso con un muy buen primer trimestre en 2025, el dato del segundo trimestre fue menor a lo esperado (0,4%). Estamos esperando un crecimiento para este año de 2,3%, pero con cierta preocupación por la desaceleración pese a que el mercado laboral sigue muy dinámico, con récord de cantidad de trabajadores empleados”, analizó en líneas generales.
Con respecto al Presupuesto, Iturralde se refirió puntualmente a la modificación planteada para la regla fiscal y sostuvo que hay un “debilitamiento” al proponerse un marco “más laxo” que elimina uno de los tres pilares.
“Termina con el que a nuestro juicio es el más efectivo, el del tope del aumento del gasto. Lo que dice este pilar es que la economía uruguaya no puede aumentar su gasto más de lo que crece el país en el largo plazo. De esta forma, en 2025 y 2026 se rompería el tope del gasto establecido en la regla fiscal actual. Al establecer el ancla de deuda en 75% del PIB lo que hace es dejarle las manos libres al gobierno por varios años. La regla fiscal en realidad va a ser más restrictiva para el próximo gobierno que para el actual”, observó el economista.
A nivel general, Iturralde expresó dudas sobre la estrategia del Ministerio de Economía, que implicaría aumentar el gasto en los primeros años de gobierno y reducirlo en los últimos, lo que iría a contramano de la tendencia histórica y, en especial, de lo que suele ocurrir en los años de campaña electoral.
“Estamos ante una novedad histórica. El problema de la fiscalidad uruguaya es su característica procíclica. Los gobernantes en general ajustan al principio del gobierno y largan la chancleta al final, en particular en el año cuatro y cinco. Pero hay una cosa peor que ser procíclico, que nunca se haga una corrección fiscal durante todo el quinquenio. Resulta muy difícil imaginar la bajada planteada para el último período ante la voz tan fuerte que tiene la política en campaña electoral. Es llamativo”, advirtió.
En otro pasaje de su intervención, el economista se refirió a que el “ajuste fiscal” propuesto por el Poder Ejecutivo “descansa completamente” en el aumento de la recaudación por dos vías: con nuevos impuestos y con la mejora planteada en la eficiencia recaudatoria de la Dirección General Impositiva (DGI).
No obstante, puso en duda que la reforma fiscal termine recaudando lo que se proyecta con estos cambios; se estimó en US$ 600 millones más. Finalmente, Iturralde puso sobre la mesa los puntos que más dudas le generan en su análisis de coyuntura: la “inconsistencia en las proyecciones de crecimiento (más del doble del promedio de los últimos 10 años) y en el aumento de la inversión para llegar al 20% del PIB”, así como la implementación del impuesto mínimo global.
Como se mencionó, cuestionó el cambio en la regla fiscal, que considera puede llegar a “restringir la capacidad de reacción de la economía uruguaya ante un potencial shock externo”.
En esta dirección, señaló que el incremento del gasto “no es exorbitante y resulta razonable, ya que se concentra en áreas prioritarias”. No obstante, advirtió que, bajo los supuestos del gobierno, la deuda perderá su “trayectoria estable” y tendrá una “ascendente” de forma continua durante todo el período, para recién comenzar a moderarse hacia el final del quinquenio.
“El Presupuesto descansa sobre supuestos optimistas y frágiles. Nuestro principal temor es entrar en un déjà vú de lo que vimos en el último gobierno de Tabaré Vázquez. Que el Presupuesto planteado no sea suficiente y que en un período corto haya que hacer una corrección adicional, un ajuste fiscal que conlleve costos políticos”, alertó.
Aprobación del gobierno
Durante su presentación, Zuasnabar manifestó que pasados los seis meses desde que asumió el gobierno hay algunas leves señales de crecimiento en la desaprobación, pero el escenario es de estabilidad.
En el último trabajo presentado por la consultora se había consignado que 43% de los encuestados aprobaba la gestión de Orsi, 25% la desaprobaba, 28% ni aprueba ni desaprueba, mientras que 4% no opinó.
“El presidente Orsi cuenta con un saldo positivo al terminar su primer semestre de gestión. Es una evaluación razonablemente favorable”, afirmó.
En líneas generales, el analista resumió que la caída en la aprobación del gobierno se explica mayormente por un cambio en la postura de los votantes de la oposición, mientras que Orsi mantiene un alineamiento (y apoyo) fuerte de parte de los votantes del Frente Amplio.