luOpinión-Por Ing. Agr. MBA Nicolás Lussich

Ahora el tren viene de frente...

El Acuerdo entre Argentina y Estados Unidos es un cimbronazo para el escenario regional con consecuencias potencialmente importantes en la economía y en los agronegocios.Cuando los exportadores aún no salían del asombro por el nuevo paro en los puertos (con nuevas complicaciones y pérdidas para los distintos rubros), las redes sociales comenzaron a divulgar la noticia: Argentina y EEUU acordaron un marco de negociación para firmar un Acuerdo bilateral de Promoción del Comercio y las Inversiones.

Lo conocido hasta ahora son declaraciones diversas y un comunicado de la Casa Blanca que -como era esperable- se inclina a destacar los beneficios para la economía estadounidense, aunque también señala oportunidades para Argentina. Esto no disminuye la gran relevancia del mismo, que marca un antes y un después para la región.

El Acuerdo tiene un contexto y antecedentes claves para entenderlo. La era Trump ha puesto a EEUU en confrontación directa con China, puja que se da en todos los planos, entre ellos -obviamente- el comercial. Desde su primera administración Trump planteó la competencia con China como eje clave y lo viene reafirmando. Después de muchos años de convivencia por mutua conveniencia (China proveyendo bienes de consumo baratos y financiando el déficit de EEUU, mientras EEUU avanzaba en su revolución tecnológica y se imponía en el mundo post guerra fría), ahora los chinos buscan ampliar su influencia y EEUU se ha puesto en guardia.

En esta puja, Argentina es un terreno de disputa muy importante, por sus riquezas naturales y posición geopolítica, en un continente que se divide entre la afinidad y el rechazo a EEUU. Después del ciclo kirchnerista de férrea oposición a EEUU, Argentina entró en un estancamiento económico que culminó en el desborde inflacionario y descontrol del último año de Fernández-Massa, antecedente clave para entender la llegada de Milei a la Casa Rosada.

Desde la ortodoxia monetaria Milei ha buscado encauzar los fundamentos básicos de la economía argentina, bajando el déficit y la inflación, pero no le ha sido fácil y el ruido político de los últimos meses previos a las elecciones lo pusieron al borde del abismo. Allí extendió su mano EEUU con aporte directo de dólares del Tesoro, para estabilizar el tipo de cambio. El interés estratégico estadounidense en la región se vio reafirmado por la afinidad ideológica (y de estilos) entre Trump y Milei, y por la oportunidad de ayudar. Así, EEUU quedó en una posición inmejorable para negociar con Argentina un acuerdo en línea con sus intereses, que retribuya esa ayuda.

El Acuerdo.
Como suele ocurrir con los acuerdos promovidos por la administración Trump, los detalles se irán conociendo paulatinamente, pero el propio comunicado de la Casa Blanca es bastante detallado en los diversos puntos a considerar. Luego de un párrafo en el que reafirman el compromiso con la libre empresa y los mercados abiertos, remarca que se busca el crecimiento de largo plazo, basado en reglas para el comercio y la innovación.

En cuanto a aranceles, los países abrirán sus mercados recíprocamente para productos clave. Argentina otorgará acceso preferencial a productos estadounidenses, incluyendo ciertos medicamentos, productos químicos, maquinaria, productos de tecnología de la información, dispositivos médicos, vehículos automotores y una amplia gama de productos agrícolas. A su vez, Estados Unidos eliminará los aranceles recíprocos sobre ciertos recursos naturales y artículos no patentados para uso en aplicaciones farmacéuticas.

Además, Argentina permitirá el ingreso de productos estadounidenses que cumplan con normas estadounidenses o internacionales aplicables, sin requisitos adicionales de evaluación de la conformidad (algo que en Uruguay se ha pedido para productos farmacéuticos, cosméticos y agroquímicos, para bajar costos de importación). Agrega que Argentina trabajará para alinear su régimen de propiedad intelectual con las normas internacionales.

En cuanto a los agronegocios, Argentina abre su mercado al ganado bovino estadounidense y permitirá el acceso a productos avícolas estadounidenses en el plazo de un año. Además, Argentina simplificará los procesos de registro de productos estadounidenses de carne vacuna, porcina y subproductos, de productos porcinos estadounidenses, y no exigirá el registro de plantas para importaciones de productos lácteos estadounidenses.

En otro párrafo, titulado “Consideraciones y oportunidades comerciales”, el comunicado señala que Argentina y EEUU cooperarán para facilitar la inversión y el comercio de minerales críticos. Y agrega que “ambos países también acordaron trabajar para estabilizar el comercio mundial de soja”. ¿Qué quiere decir esto? Difícil saberlo con certeza, pero no creo que a China le guste demasiado.

En la misma línea de medidas que -indirectamente- pueden plantear barreras a los chinos (y productos asiáticos en general), el comunicado dice que Argentina reafirma su compromiso con la protección de los derechos laborales reconocidos internacionalmente, y prohibirá la importación de bienes producidos mediante trabajo forzoso u obligatorio, al tiempo que reforzará la aplicación de la legislación laboral. Agrega que Argentina cooperará con EEUU para combatir las prácticas anti mercado de otros países.

Ambos países también se han comprometido a identificar instrumentos para armonizar sus enfoques en materia de control de exportaciones, seguridad de las inversiones, evasión arancelaria y otros temas importantes.

El comunicado finaliza señalando que se trabajará rápidamente para terminar el texto y la aprobación formal del Acuerdo entre ambos países. Los estadounidenses quieren asegurar a Argentina dentro de su área de influencia y para los vecinos, puede ser una gran oportunidad. Hay críticos del Acuerdo que EEUU y Argentina compiten con producciones similares, tanto en el agro como en industria y energía; plantean que Argentina es bastante más complementaria con China. Sin embargo, entre ambas economías el comercio intra-rama puede tener una expansión y generar oportunidades de aumento de productividad que benefician ambas partes. Hay que recordar que la economía de EEUU es 45 veces mayor que la Argentina, de lo que puede deducirse que el avance de productos argentinos en EEUU tendría un efecto limitado. Además, si China era un socio mejor, las políticas kirchneristas de las últimas décadas se encargaron de obstaculizar esa ventaja, atacando al sector potencialmente más beneficiado por la demanda china, que es el agro.

Impacto.
Ya solo por sus efectos en el sector cárnico, el Acuerdo anunciado puede tener consecuencias importantes para Uruguay, que hoy tiene a Estados Unidos como destino principal de las exportaciones de carne y puede perder posición ante el avance argentino. Si bien el comunicado de la Casa Blanca no lo confirma, en Argentina ya se da como un hecho que EEUU otorgará una cuota adicional transitoria de 60.000 toneladas de carne vacuna a los vecinos, cuadruplicando la actual. Y este tipo de efecto en el sector cárnico se puede repetir en otros rubros (frutas, forestación, etc.).

Es razonable pensar que si Argentina tiene una oportunidad de recuperación económica, eso es positivo para Uruguay. Pero -a su vez- nuestro país queda expuesto en sus limitaciones de inserción internacional, que hasta ahora se simulaban porque nuestros vecinos también tenían una política adversa a la apertura comercial. Con Milei todo ha cambiado y, de la mano de Trump, parece que emprenden vuelo hacia el norte.

Para una evaluación más precisa, habrá que aguardar el propio texto del Acuerdo y los detalles. Seguramente no tiene el alcance de un TLC, pero es una novedad preocupante para Uruguay y hay que asumir que Argentina queda mejor parada.

Obviamente, el Acuerdo es un duro golpe al Mercosur. Los argentinos argumentan que está dentro de las excepciones al Arancel Externo Común otorgadas por el bloque a Argentina recientemente, pero todo indica que van más allá y es una violación del Tratado regional.

¿Qué puede hacer Uruguay? Nuestro país está pagando el costo de su pasividad comercial, de su escasa vocación de progreso a través del comercio. Los reclamos al Mercosur por una mayor flexibilidad, que permita avanzar en acuerdos propios (por ejemplo con el CPTPP), quedaron en suspenso en la medida que el gobierno de Orsi es más afín a Brasil, que no quiere innovaciones (esto a pesar de que el canciller Vieira se reunió con Marco Rubio esta semana y negocia sus propios asuntos con EEUU). Las cosas con China tampoco son sencillas, si bien se programa una importante visita del Presidente Orsi a Beijing en los próximos meses. China está anunciando más controles y restricciones a las importaciones de carne y no regala nada.

El acuerdo Mercosur-UE se vislumbra como una afirmación del bloque regional, pero ahora los EEUU jugaron una baza ganadora y nuevamente hay dudas; a esto se suman los últimos cuestionamientos (cuándo no) de Francia. Aún así, el acuerdo con los europeos está avanzado como nunca, en la medida que la Comisión Europea ya lo pasó al Consejo y habría mayoría en el Parlamento Europeo para su aprobación. Diciembre será un mes de definiciones.

El Mercosur (hito histórico clave en la apertura comercial del Uruguay), hace rato que es un corsé paralizante y ahora está tensionado al máximo por las afinidades ideológicas que mueven a sus vecinos. Nuestro país hace bien en no alinearse incondicionalmente con nadie pero, sin avances comerciales, la economía -que está desacelerando- puede verse perjudicada. En el mundo actual, ya no pasan trenes para subirse; ahora vienen de frente.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 16 Noviembre 2025