Presentan nuevo Protocolo Específico de Sequías para Montevideo y Minas
En un informe del BID se destaca que la presa de Casupá "es una solución más robusta y confiable que Arazatí para asegurar el agua potable"OSE señaló que un informe técnico contratado en el año 2024, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y entregado en junio de 2025 «fue contundente: la presa de Casupá es una solución más robusta y confiable que Arazatí para asegurar el agua potable del área metropolitana frente a futuras sequías».
El estudio, supervisado por la Dirección Nacional de Aguas (Dinagua) y OSE, comparó ambas alternativas estructurales ante un escenario de creciente demanda hacia 2035 y concluyó que Casupá permite mayor capacidad de almacenamiento y regulación, clave para enfrentar eventos críticos como la sequía de 2022-2023. En cambio, el informe indica que Arazatí presenta limitaciones técnicas ante situaciones extremas de escasez hídrica.
La evaluación financiada por el organismo multilateral forma parte del nuevo Protocolo Específico de Sequías para Montevideo y Minas, elaborado en el marco del Protocolo Nacional de Sequías aprobado por el Ministerio de Ambiente en 2023. Además de proponer obras estructurales, el documento recomienda un programa urgente de reducción de pérdidas en la red de distribución, que puede ejecutarse más rápidamente y aportar mayor eficiencia al sistema.
Un protocolo frente a las sequías
Como respuesta a la histórica sequía que afectó a Uruguay durante los años 2022 y 2023, es que surge el un Protocolo Específico de Sequías (PES) para el sistema metropolitano de agua potable, que comprende el área de Montevideo y el Arroyo San Francisco en Ciudad de Minas. El objetivo principal fue “proponer un Protocolo Específico de actuación ante Sequías en el sistema de agua potable del área Metropolitana y del Arroyo San Francisco en Ciudad de Minas”. Para ello, se elaboraron “modelos hidrológicos y de oferta y demanda que evalúan estrategias preventivas” y que permiten identificar respuestas eficientes ante situaciones críticas.
El protocolo propone medidas escalonadas de actuación para dos escenarios temporales: uno a corto plazo, en 2025, y otro a largo plazo, proyectado para el año 2035. Para el primero, se evalúa “la situación actual considerando infraestructuras de emergencia”, y se establecen “umbrales de entrada y salida de situación de alerta, sequía y emergencia”. Según el informe, el propósito es que “las definiciones de estas situaciones y de las medidas a tomar sean objetivas y respondan a criterios técnicos preestablecidos”. Con esta metodología, el sistema estaría en condiciones de “hacer frente a un nuevo episodio como el vivido en los años 2022-23 sin incurrir en fallos”, lo cual representa un avance significativo frente a la vulnerabilidad evidenciada en aquel período, cuando el nivel de reservas descendió a mínimos históricos.
Riesgos futuros y necesidad de inversiones
El escenario proyectado para 2035 advierte que “no es posible asumir el crecimiento de la demanda ni abastecer caudales de mantenimiento (caudales ambientales) en las represas sin poner en riesgo el servicio del abastecimiento metropolitano”. Esto implica que, si no se concretan inversiones importantes, el sistema no podrá sostener la seguridad del abastecimiento frente a una nueva sequía severa.
Ante este panorama, el estudio identificó dos grandes obras como soluciones permanentes: la construcción de la presa de Casupá y la planta de tratamiento de aguas de Arazatí. Ambas fueron analizadas en detalle, evaluando su capacidad de regulación y respuesta ante eventos extremos. La conclusión es clara: “Casupá ofrece una solución más robusta y confiable para enfrentar futuros eventos de sequía”.
No obstante, el informe también destaca que una mejora sustancial se puede lograr mediante un enfoque complementario. Se recomienda “desplegar progresivamente un programa de reducción de pérdidas en la red”, ya que ello “mejora la eficiencia del sistema y permite afrontar una sequía severa incluso cuando Casupá o Arazatí no estén todavía culminadas”.
Nuevos criterios para evitar el colapso
El nuevo protocolo define umbrales técnicos que permitirán activar medidas en función de la gravedad de la situación. En el “umbral de alerta”, se comienza la preparación. Si se alcanza el “umbral de sequía”, se implementan reducciones de demanda y se activa infraestructura de emergencia. Finalmente, el “umbral de emergencia” indica que “no es posible asegurar un abastecimiento continuo de agua potable a la población (posibles eventos de salinidad)”. Estos criterios buscan anticipar las decisiones y evitar improvisaciones ante una nueva crisis. En palabras del informe, se trata de garantizar que las respuestas ante sequías estén basadas en “criterios técnicos preestablecidos”, aumentando así la resiliencia del sistema ante fenómenos extremos.