Estudio minimiza el impacto del uso de agua en la producción de hidrógeno verde en Uruguay
Observatorio de UCU presentó resultados optimistas en cuanto al manejo del recurso hídrico y marcó la necesidad invertir en infraestructura después del 2030.
El consumo de agua para producir hidrógeno verde a nivel local será “marginal” respecto a “usos actuales y recursos con los que cuenta el país”, concluyó el estudio titulado Factores habilitantes para el desarrollo del Hidrógeno Verde en Uruguay, que realizó el Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Católica. Además, se vio que “la infraestructura actual es adecuada para el desarrollo hacia 2030”, pero a largo plazo se requerirán “inversiones significativas en puertos, redes eléctricas y ductos”.
¿Por qué es importante conocer cómo está Uruguay respecto a esta nueva industria? De acuerdo a Naciones Unidas, el sector energético genera casi el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El mundo camina hacia una transición energética y allí es donde entra el hidrógeno verde. Puede combinarse con anhídrido carbónico de origen biológico para producir metanol, y con este, gasolina, gasoil o jet de aviación. Además, puede ser materia prima en procesos de producción de alimentos, amoníaco, fertilizantes, alcoholes, plásticos o acero, entre otros.
El Observatorio analizó cuál es la realidad del país para hacer frente a las iniciativas que requerirán no sólo recursos naturales, sino también infraestructura y normativas ajustadas. “La demanda del hidrógeno verde y sus derivados está aumentando, y Uruguay tiene recursos, capacidad y experiencia para posicionarse como un actor relevante en este mercado”, dijo Ignacio Morga, presidente de la recientemente creada Asociación Uruguaya de Hidrógeno, en la presentación del estudio.
La polémica del agua como recurso sostenible
Una de las principales críticas que enfrenta el hidrógeno verde es el impacto que tendrá el consumo de agua asociado, ya que se produce a partir de la electrólisis de este recurso, es decir, separando los elementos de la molécula de H2O por medio de electricidad de origen renovable.
Según informó el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) en su página web, la cantidad de agua necesaria para producir un kilogramo de hidrógeno se estima entre 18 y 25 litros. El Observatorio de la Universidad Católica, por su parte, estimó 45 litros de agua por kilogramo de hidrógeno.
“El agua es materia prima para la producción de hidrógeno verde y justo venimos de uno de los períodos de peor sequía en el país”, dijo a El País Felipe Bastarrica, director ejecutivo del Observatorio, y remarcó que este punto “generó mucho nerviosismo, sobre todo en quienes no están tan metidos en la temática".
En ese sentido, una de las aristas del estudio fue el análisis del recurso hídrico y su conclusión es optimista. “En el contexto del agua disponible que hay en el país y de todo el potencial de consumo que tendría esta industria, el impacto es marginal, tanto en el agua disponible como comparado con los consumos actuales”, aseguró Bastarrica.
Si se produjeran las cantidades estipuladas en la Hoja de ruta del hidrógeno verde y derivados en Uruguay del MIEM, “el consumo de agua disponible subiría 9 puntos básicos, es decir, 0.9%”, indicó, lo que no representa “un área de preocupación mayor”.
De hecho, el estudio estima que Uruguay tiene aproximadamente 92.000 hectómetros cúbicos disponibles de agua, y anualmente usa 4.400, es decir, menos del 5%. El agua necesaria para cubrir lo que se plantea en la hoja de ruta ronda los 60 hectómetros cúbicos, señaló Bastarrica, y agregó: “El objetivo es de por sí ambicioso, pero incluso si ese número fuese por 10 o por 100, seguiría siendo una cantidad marginal respecto al agua disponible, más allá de que hay que analizar cada proyecto por separado para evaluar de dónde se toma el agua y en qué cantidades”.
RECURSO HÍDRICO
De dónde viene el agua
El estudio afirma que los requerimientos de agua para esta industria naciente “se solventan con agua tomada directamente de los recursos hídricos. Por tanto, no se prevé utilización de agua de OSE, ya que por sus costos no resultaría conveniente”. A su vez, recomienda optar por ríos, arroyos, lagunas o acuíferos que tengan la capacidad de suministro en forma permanente en lugar de embalsamientos o largas tuberías de aducción “ya que estas infraestructuras suelen ser costosas”.
De acuerdo al informe, las cuencas del Río Uruguay y del Río Negro no presentan restricciones, sobre todo si su extracción se hace sobre el río principal. Tampoco el uso del Acuífero Guaraní presentaría mayores inconvenientes si se hacen estudios de las zonas de extracción para evitar efectos locales. “No sería razonable que una planta de producción de hidrógeno se instalara en Santa Lucía, por ejemplo, porque el agua del área metropolitana depende de esa región”, comentó Bastarrica.
Otro factor clave es la generación de efluentes que, según el estudio, podrían tener “una carga de sales disueltas y sólidos suspendidos, lo que puede ser de fácil tratamiento”. También podrían encontrarse productos clorados en el agua de enfriamiento requerida para la producción de hidrógeno. Finalmente, el amoníaco, derivado del hidrógeno, “podría tener presencia de nutrientes nitrogenados”.
EFLUENTES
¿Cuál es la diferencia entre sales disueltas, sólidos suspendidos, productos clorados y nutrientes nitrogenados?
Sales disueltas: Son sales que se encuentran en el agua en forma disuelta, lo que significa que sus iones están separados y dispersos en el agua. Pueden incluir cloruros, sulfatos, carbonatos, entre otros. Pueden afectar su sabor, olor y apariencia, haciéndola menos agradable para el consumo humano y para los organismos acuáticos. Además, niveles altos pueden tener efectos negativos en la salud de los organismos acuáticos y en la calidad de los suelos irrigados con agua que contiene altas concentraciones de sales.
Sólidos suspendidos: Son partículas sólidas que están suspendidas en el agua y pueden incluir sedimentos, materia orgánica en descomposición, restos de materiales, etcétera. Pueden enturbiar el agua y reducir la penetración de la luz, lo que afecta la fotosíntesis de las plantas acuáticas y, por lo tanto, la calidad del hábitat para los organismos acuáticos. Además, pueden transportar contaminantes químicos y patógenos, lo que trae efectos negativos en la salud de los ecosistemas acuáticos y en la calidad del agua para uso humano.
Productos clorados: Estos son compuestos que contienen cloro, como el residual que queda después de la desinfección del agua. También pueden incluir otros subproductos de la cloración, que pueden ser peligrosos para los organismos acuáticos y tener efectos negativos en la calidad del agua para uso humano, si están presentes en niveles altos.
Nutrientes nitrogenados: Son compuestos que contienen nitrógeno en formas como amonio, nitrato o nitrito. Estos nutrientes son importantes para el crecimiento de plantas y organismos acuáticos, pero en niveles altos pueden causar problemas de contaminación.
Infraestructura adecuada
Para Bastarrica, del Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable, un resultado interesante del estudio tuvo que ver con la infraestructura que tiene Uruguay para producir hidrógeno verde. “En el corto plazo –que va de acá al 2030– es adecuada para los objetivos que se trazaron en la hoja de ruta. Eso es una buena noticia porque no requerimos infraestructuras de mayor porte en la etapa inicial, con toda la incertidumbre que tiene este nuevo sector y los mercados internacionales”, afirmó.
Sin embargo, el estudio indica que “para 2031-2040 es conveniente analizar el desarrollo de infraestructuras comunes, con una mirada integral, que promuevan y/o faciliten el desarrollo de ecosistemas y sinergias para alcanzar costos de LCOH competitivos en el mercado internacional (puertos, ferrocarril, red eléctrica, ductos)”.
Cuestiones de seguridad a tener en cuenta
En cuanto a los cuidados, Bastarrica mencionó un tema de seguridad “no menor”: el amoníaco, derivado del hidrógeno. “Es un producto con el que Uruguay no tiene experiencia, entonces es una logística nueva a pensar y desarrollar. Hay ciertos requerimientos de seguridad y toxicidad que hay que tener en cuenta; por ejemplo, respecto a instalaciones cercanas a centros poblados”, remarcó.
El estudio enumera las siguientes problemáticas:
Logística compleja debido a su toxicidad y a la necesidad de refrigeración.
No existe infraestructura en el país para el amoniaco.
Altos CAPEX (Capital Expenditure; en español, gastos de capital) iniciales para logística en puertos. Podría requerir proyectos de gran tamaño para justificar esta inversión.
Para determinar las zonas de emplazamiento de las plantas de amoníaco, el estudio sugiere considerar el acceso a puertos y al recurso hídrico, buen recurso renovable y acceso a red eléctrica y la distancia de centros poblados. Como principales zonas con potencial de desarrollo a 2030 menciona el Litoral Oeste, la Zona Costera Este (necesita Desarrollo de puertos nuevos) y Paso de los Toros (en caso de uso de tren y conexión fluvial en Montevideo).
Impacto local y el rol del Estado en la industria del hidrógeno verde
En el evento donde se presentó el estudio, la ministra de Industria, Energía y Minería, Elisa Facio, remarcó: “Esta economía derivada del hidrógeno se desarrollará en el interior del país y queremos acercarnos y conocer las capacidades que existen y cuáles son las que tienen que desarrollarse. Hacemos mucho foco en la generación de capacidades”.
Además, hizo hincapié en la necesidad de “mantener un diálogo ciudadano fluido”, dado que este tema ha generado “muchos mitos” y hay que “escuchar a las personas y saber cuáles son sus miedos”. En ese marco, dijo que se firmó un acuerdo con el Congreso Nacional de Intendentes para crear comisiones departamentales que permitan dialogar con las comunidades locales.
A su vez, la ministra señaló que desde el Gobierno buscan “promover y controlar”: “Nos gusta sentarnos con la gente que quiere hacer cosas para ver cómo podemos colaborar y además tenemos la responsabilidad de controlar que las cosas se hagan de la manera correcta”. Según Facio, el MIEM hizo un estudio de la disponibilidad de CO2 biogénico y otro de necesidades regulatorias; éste ultimo, junto a la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) y al Ministerio de Ambiente (MA). Ahora está analizando aspectos vinculados a la gestión del agua, junto a esa cartera y a la Universidad de la República, e iniciando una evaluación ambiental estratégica de la hoja de ruta.
Respecto a las regulaciones internacionales, mencionó que están haciendo “mucha fuerza” para que la energía generada con biomasa en Uruguay se considere renovable: “Nuestra biomasa es desecho de la producción industrial y forestal. No estamos talando el Amazonas para hacer biomasa. Tenemos un desecho, tenemos que hacer algo con ese pasivo ambiental, y lo aprovechamos para generar energía eléctrica”.
TRANSICIÓN ENERGÉTICA
"Casi nos levantamos a gritar el gol, fue increíble"
“Uruguay tiene un posicionamiento realmente notable” cuando se habla de transición energética, aseguró Facio, y lo probó con una anécdota. El mes pasado viajó a Alemania para participar del Berlín Energy Transition Dialogue, un evento internacional organizado para intercambiar conocimientos en torno a la temática. Según contó, en la apertura, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, dijo que “hay países muy adelantados en estos temas, como Uruguay”. Así lo vivió Facio: “Casi nos levantamos a gritar el gol, fue increíble. Estábamos en Berlín, en un lugar enorme, lleno de ministros de Energía de todo el mundo, y nos nombraron a nosotros. Porque realmente estamos adelantados en estos temas y somos un país que históricamente ha tenido una tradición de innovación”.
En el mismo evento de presentación del estudio, Robert Bouvier, ministro de Ambiente, mencionó que han formado un equipo de trabajo junto al MIEM para “capacitar y sobre todo incorporar gente exclusivamente para este tema”. No obstante, añadió: “Insisto en que me den recursos para capacitar a mis técnicos. Somos un Ministerio nuevo; no tenemos recursos. Necesitamos que nuestros técnicos estén perfectamente capacitados porque tendremos que sentar las bases para las habilitaciones ambientales”.
Finalmente, subrayó: “Tenemos que hacer una normativa moderna, que podamos cumplir y a su vez controlar, porque es fácil hacer normas que después son difíciles de controlar”.