ancaplLos cambios en Ancap

Pocas empresas públicas sufrieron tan claramente y profundamente el desprestigio de la gestión frenteamplista como Ancap. Sin embargo, aquí también una administración diferente y dirigida por la Coalición Republicana (CR) está cambiando las cosas.El desprestigio de Ancap fue tan evidente como hondo. Por un lado, toda la gestión de Sendic tuvo el objetivo decidido de brindarle una plataforma electoral que en 2014, precisamente, lo catapultara a ocupar un relevante lugar político en la fórmula presidencial del Frente Amplio (FA).

Nadie, absolutamente nadie en el FA, creyó justo ni oportuno denunciar esa utilización de Ancap con fines personales y electorales, a pesar de que durante años la izquierda había criticado este tipo de comportamientos -y nadie, luego, dijo nada cuando la precandidata Cosse hizo algo similar años más tarde con la empresa Antel-.

Por otro lado, el desastre de la gestión de Ancap sembró muchas dudas en la opinión pública sobre la naturaleza misma de esa empresa.

Al despilfarro en publicidad en favor de la figura de Sendic, se sumaron inversiones mal hechas y que mostraron una desidia espantosa -allí quedó el horno para Paysandú, por ejemplo, de decenas de millones de dólares de costo, tirado y sin utilizar-; los precios de los combustibles más alto de la región, lo que perjudicó grandemente al país productivo por años. Todo con el objetivo de financiar ruinosos negocios que encarecieron la producción de combustible como, por ejemplo, las millonarias pérdidas de la producción de cal; y el beneficio, cortito pero suculento, en favor de los bolsillos del hijo de Sendic Antonaccio, que terminó procesado y renunciando a la vicepresidencia de la República por corrupción, no sin antes haber sido sostenido por todo el Frente Amplio y haber argumentado que todo era una persecución del “Plan Atlanta

Nada de todo esto fue un secreto para nadie, lo que dejó la imagen de Ancap por el piso. Hubo consecuencias gravísimas: no solamente la renuncia de Sendic; sino también una capitalización multimillonaria en dólares -que representó, aproximadamente, cinco veces el monto total de lo invertido en el plan de emergencia social de 2005, cuando el FA llegó al poder-, porque la izquierda fundió a Ancap; y una herencia para la nueva administración de 2020 muy compleja y complicada. Y es precisamente esa herencia tan difícil la que la CR viene gobernando mucho mejor de lo que seguramente muchos podían llegar a pensar.

Para empezar, el gobierno, por iniciativa sobre todo del Partido Nacional, planteó una apertura a la competencia para los combustibles de Ancap en la ley de urgente consideración (LUC) que, infelizmente, no convenció a sus socios. Para seguir, Ancap hizo más transparente el sistema de precios de los combustibles: un cambio que el FA apoyó en el Parlamento, pero que luego, presionado por su aliado sindical, decidió pasar a criticar en la adhesión al referéndum contra la LUC de marzo de 2022.

Desde allí, con el espaldarazo de la ciudadanía, el planteo fue el de modernizar Ancap. Así, se sumó mayor eficiencia a la producción de Bella Unión; se colocaron todos los bloques para la exploración de petróleo y gas en el mar por primera vez en la historia; se redujeron los costos de las empresas vinculadas a Ancap, con un sólo directorio para todas ellas y un común centro de servicios compartidos que maneja de manera centralizada nada menos que veintitrés procesos de negocios; se establecieron precios de los combustibles por debajo del precio de mercado, de forma de no ser un costo tan pesado en la producción del país; y dos episodios más que están en proceso y que son relevantes para el futuro del país: por un lado, abrir la asociación a privados para la producción de portland, que infelizmente tantas millonarias pérdidas sigue dando para Ancap; y por otro lado, generar la mayor inversión de la historia centrada en Paysandú, calculada en más de 4.000 millones de dólares -casi el doble que UPM2-, junto a capitales chilenos, para la producción de hidrógeno verde y combustibles sintéticos.

Está muy claro que aún falta mucho para seguir mejorando a Ancap. Todavía hay allí una actitud sindical, por ejemplo, respaldada por el FA, que sólo procura dejar todo como estaba en la época frenteamplista, y así ganar en protagonismos sindicales y políticos que cimenten luego carreras partidarias dentro de esa coalición de izquierdas.

A pesar de todas esas resistencias, Ancap está hoy mejor que hace tres años. Hay que reconocerlo.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 17 Julio 2023