La demora en los registros de nuevos productos hacen que se enlentezca el ingreso de opciones menos tóxicas.
El “clamor popular” que señala a agroquímicos y plantas de celulosa como culpables por las cianobacterias está “equivocado”
Playa de Kiyú, Río de la Plata, a unos 80 kilómetros de Montevideo, enero de 2020: el agua está verde. Un guardavidas posiciona su celular en modo selfie y graba un video. Con su musculosa roja con el logo de Uruguay Natural, se muestra molesto por la situación.
Las cianobacterias han llegado al balneario, no hay nadie en la playa, y él aprovecha para plantear su frustración. Mira la ola verde llegar y teoriza con el ceño fruncido: “Esto se debe a tanto agrotóxico, a tanto glifosato, y a los 70 kilos de fósforo que se le echan hoy en día al agua de nuestros ríos a través de las papeleras. Esto es muy preocupante, gente, si seguimos con esta realidad y seguimos ignorando este problema, nos vamos a quedar sin playa. La verdad que está salado loco, miren lo que es esto… Como guardavidas me llena de tristeza”, apuntó.
Este video se proyectó en la pantalla mientras representantes de gobierno y organizaciones internacionales, productores y periodistas se preparaban para escuchar a dos especialistas sobre el tema cianobacterias. El video lo eligió José Inciarte, presidente de la Cámara de Comercio de Productos Agroquímicos (Camagro), preocupado por las especulaciones sobre las causas de las cianobacterias y la injusta posición en la que se pone a los agroquímicos.
La circulación de videos con información “sin respaldo y la responsabilidad con la que carga al sector” llevaron a Camagro a organizar el jueves 20 una actividad sobre cianobacterias con expertos invitados para “dar a conocer las causas reales, sustentadas en investigaciones”.
A continuación, un resumen de la entrevista que Inciarte mantuvo con Búsqueda luego del evento.
—Le preocupa que la gente elabore hipótesis sobre las causas de las cianobacterias y apunte a la producción agropecuaria y a los agroquímicos. ¿Lo cree injusto?
—Cuando veo el video en el que aparece el guardavidas en la costa de Kiyú, entiendo su tristeza, pero él inmediatamente busca las causas y habla de agrotóxicos, de glifosato y de las plantas de celulosa. Por eso convocamos a especialistas que hablaron de las causas de las cianobacterias. Tienen diferentes perfiles: un agrónomo especialista en suelos, hombre adulto del Ministerio de Ganadería (Fernando García Préchac) y una mujer joven, química de la Intendencia de Montevideo, especialista en agua (Jimena Risso), que terminaron dando como mensaje las mismas causas, muy similares. Ninguno señaló al glifosato y a los agroquímicos y las plantas de celulosa como causa principal. Hablaron del bajo contenido de fósforo de estas fuentes en comparación con las de efluentes de tambos y domésticos (por falta de saneamiento). Esto es información científica clara, dejemos de manejar rumores que después nos terminan haciendo mal a todos.
En Camagro buscamos en la ciencia las respuestas y no en el clamor popular, que según sostienen los científicos está equivocado. Ese clamor habla de los agroquímicos y de las plantas de celulosa, que han sido también origen de todos los males desde que empezó el conflicto con Argentina. No sé si hacen mal o no, pero en este caso (en lo referente a cianobacterias) no son el problema.
Como organización vinculada al agro, decimos que tiene una cuotaparte de responsabilidad. Agroquímicos hay muchísimos, hay herbicidas, insecticidas, fungicidas. Vemos que en las notas que se escriben sobre cianobacterias involucran a agroquímicos. Estamos de acuerdo, los fertilizantes tienen responsabilidad, y desde el punto de vista de la definición es un químico, es un agroquímico. Desde el punto de vista de la toxicología, el glifosato es de los menos tóxicos (banda amarilla). La demanda está creciendo y en el mundo se precisan más alimentos. Eso hace que los sistemas de producción se intensifiquen; entonces, algo de responsabilidad del sector agropecuario hay.
—En Camagro promueven el mensaje de que los agroquímicos son de las sustancias mejor estudiadas del mundo. Entonces, ¿por qué la mala imagen?
—Lo entiendo. Los productos agroquímicos tienen niveles de toxicidad como lo tiene cualquier químico, un detergente, un jabón que puedas tener en tu casa, una lata de pintura o combustible. Para eso están envasados, protegidos y vienen con etiqueta que lo marca. Tienen instrucciones de uso. Si compro un medicamento y la industria farmacéutica indica que tome uno por día y tomo 10, ¿es culpa del medicamento o de la empresa que lo formuló? En las etiquetas de las agroquímicos vienen todas las instrucciones de cómo usarlo, las medidas de seguridad, si es tóxico, a qué nivel y cómo protegerse.
Un raticida o un hormiguicida si lo ingerís es tremendamente tóxico, muchísimo más que un glifosato. Mirás al glifosato y decís “no podemos tenerle miedo a este producto”. Es el que más se usa por su beneficio en agricultura y es la base de la siembra directa que cambió la agricultura de laboreo convencional (que generaba problemas ambientales importantes como la erosión y la contaminación por arrastre). Se controlan las malezas con un herbicida, glifosato, que se usa en volúmenes altos. Es lo que a veces se cuestiona. En realidad, los insecticidas suelen tener más toxicidad, pero se utilizan en cantidades menores.
—Hay empresas multinacionales que insisten con este mensaje de que son los productores los que hacen un mal uso de los agroquímicos y el problema no es el producto en sí.
—La etiqueta tiene un montón de recomendaciones. A veces se cumplen, a veces no se cumplen. Recorremos mucho el interior y vemos que por diferentes motivos no se cumplen muchas prácticas. Habrán visto noticias relacionadas a los agroquímicos de fumigación sobre centros poblados o escuelas. Obviamente, es un tema sensible. Ahí hay una mala práctica. Muchos de estos productos se usan en cultivos de verano como soja, maíz y sorgo. Hace calor y el usuario, por calor, muchas veces no quiere usar el equipo de protección adecuada. Usar un agroquímico requiere medidas de precaución como guantes o un delantal o mascarilla. Ves a productores preparando el tractor a veces de short, descalzos, agarran el bidón y lo tiran y salpica un poco. Es común después que les quede en las manos, agarran un chicle, fuman, se rascan un ojo, salpica el sudor y les corre por el cuerpo y terminan llevando a los productos a zonas sensibles. Eso genera irritaciones. ¿Qué apicultor no usa el mameluco y la careta? ¡Ninguno, porque las abejas se lo comen! Con el agroquímico no hay esa percepción y terminan ocurriendo episodios de intoxicación. La contaminación ya es una mala praxis, como lavar una fumigadora con agua del río y vertirla otra vez. Es una locura. Trabajamos muchísimo con el programa Cuidagro en estos temas y con el ministerio para capacitar el uso seguro y responsable de agroquímicos.
—A lo largo de los años se han prohibido sustancias altamente tóxicas. ¿Cómo evalúa la normativa uruguaya en agroquímicos y los controles que se hacen de ella?
—Los productos más tóxicos, los de banda roja, eran mayoría hace 20 años y ahora son minoría. En Uruguay se estudian muchísimo los agroquímicos antes de habilitar un nuevo registro. Entre Camagro y el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) tenemos una relación muy buena y reuniones muy frecuentes. Aunque mucha gente a veces no cree, Camagro busca elevar los requisitos y los estándares de los productos registrados. Por falta de recursos los registros vienen atrasadísimos y pueden demorar dos años. Nos tranca y retrasa todo. Además, es una oportunidad para traer cosas nuevas que vienen de la mano de mejoras en el plano de su perfil ambiental y toxicológico. Son oportunidades de dejar de usar cosas viejas.
—¿Cuál es su opinión de cómo se viene actuando con el Plan de Acción de Santa Lucía y las medida para el río Negro?
—Veo que, frente a problemas que van surgiendo, atrás van las soluciones. A veces se espera que ocurra el problema.
—¿Cuál es su opinión sobre la producción orgánica como una alternativa, considerando que hay presión y demanda por mayor volumen de alimentos?
—Tiene más sentido en la producción hortícola y frutícola, es una alternativa totalmente válida, pero la producción se encarece porque tiene mayor porcentaje de descarte, porque no le echaste el agroquímico y hay manzanas picadas o morrones afectados por un hongo. Si se paga la diferencia está perfecto, no tenemos nada en contra. No tiene mucho sentido la producción orgánica para el cultivo de soja o maíz, los de secano.
—El nuevo gobierno prevé la creación de un nuevo Ministerio de Medioambiente y Agua. Luego de publicado el anteproyecto que propone su creación, un grupo de calificados especialistas ambientales escribieron una carta al presidente electo, Luis Lacalle Pou, con recomendaciones, como trasladar áreas del actual Ministerio de Ganadería que trabajan en temas ambientales al del futuro de Medioambiente. ¿Qué opina sobre las propuestas?
—Tiene que haber siempre mucha información. Hoy pasa que el MGAP tiene mucha información del sector agrícola, y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) a veces no la tiene. Hay gente que habla sin entender al sector agrícola, y eso es peligroso porque toman decisiones muchas veces equivocadas. Hay que involucrarse mucho más y conocer al sector. Sobre la carta, la firman destacadas personas que saben de medio ambiente, mucho más que yo. Cuando hablan de transferir responsabilidades del MGAP al Ministerio de Medioambiente, arrancan haciendo mención a un tema de contaminación derivada de los agroquímicos. La Dinama en un informe de 2019 habla de que no hay contaminación de agroquímicos en aguas del Santa Lucía y el río Negro. Empezamos con un mal entendimiento de la realidad. Se pide sacarle funciones al MGAP basados en un hecho que no es cierto, no hay contaminación. Son cosas importantes, y hay que conocer muy bien la realidad para empezar a gestionar desde un nuevo ministerio.