Fernández le tiende la mano a Lacalle Pou con una agenda que puede generar tensiones
El llamado del mandatario argentino al futuro presidente uruguayo fue una muestra más del diálogo fluido que ambos gobernantes aspiran a tener
Una voz en off por altoparlante anunciaba el 1° de marzo de 2015 a los representantes de delegaciones extranjeras que se acercaban a saludar a Tabaré Vázquez y Raúl Sendic, recién investidos como presidente y vice.
Las miles de personas que se acercaron a la Plaza Independencia a presenciar la ceremonia de traspaso de mando aplaudían casi al unísono cuando escuchaban el nombre de los representantes de países de la región y el resto del mundo. Pero Argentina fue la excepción.
El vínculo entre el kirchnerismo y los gobiernos uruguayos estaba golpeado, tanto que la por entonces presidenta argentina, Cristina Fernández, le encomendó a su vice, Amado Boudou que asistiera al acto. Lejos estuvo el enviado del país vecino de ser aplaudido y, por el contrario, en la Plaza Independencia se escucharon abucheos. Cinco años después, los nuevos mandatarios de Argentina y Uruguay apuestan a que los abucheos de un lado al otro queden en el olvido.
El presidente electo Luis Lacalle Pou conversó este miércoles con el mandatario argentino, Alberto Fernández, luego de que anunciara que no podrá asistir a la ceremonia de traspaso de mando porque deberá encabezar la apertura de sesiones ordinarias del Congreso argentino. Fernández lo llamó no solo para disculparse por su ausencia sino para reafirmarle su intención de que ambos se reúnan lo antes posible. El futuro presidente uruguayo tiene previsto concretar un encuentro en las próximas semanas. La última vez que se vieron fue el 10 de diciembre, en la asunción de Fernández, a la que Lacalle asistió con el presidente Tabaré Vázquez.
Allegados a Lacalle Pou indicaron a El Observador que Fernández le dijo en los minutos que conversaron por teléfono que aspiraba a tener “una buena relación” tanto con el mandatario entrante como con Uruguay. El presidente argentino pretende que ambos vínculos sean “estrechos”. El antecedente más cercano de ese vínculo es la relación que tiene con el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera y su esposa, Julia Pou.
"Soy muy amigo de la familia Lacalle. Conozco a Luis por mi amistad con el Cuqui y Julita [sus padres]. La relación personal es óptima. Cuando visité a Martínez dije expresamente que si ganara Lacalle la relación sería tan buena como si ganara Martínez", dijo el presidente al diario La Nación en noviembre.
En una entrevista al canal C5N en la que confirmó que no iba a poder asistir a la ceremonia, Fernández manifestó su intención de reunirse con Lacalle Pou en el corto plazo. "Lamentablemente el 1° de marzo no voy a poder viajar a la asunción Lacalle, pero espero poder viajar en los próximos días a saludarlo y a visitarlo", dijo y agregó: "Es el presidente electo de un querido país como Uruguay y quiero verlo, por supuesto, pero no voy a poder estar el 1°, lamentablemente". En su lugar, concurrirán este domingo el canciller Felipe Solá y Alberto Iribarne, embajador de Argentina en Uruguay.
Desde que la vuelta del kirchnerismo empezó a asomar con fuerza con la victoria de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández en las PASO, Lacalle Pou apeló a la prudencia diplomática. Poco después de haber ganado las elecciones internas, Lacalle dijo a El Observador que “como aspirante a ganar el país, sea quien sea quien gane” debía apelar “a tener la mejor de las relaciones”.
El por entonces candidato blanco dijo en esa oportunidad que debía "tener relaciones estables o tranquilas con el mundo y sobre todo con el barrio" y, aunque reconoció que los gobiernos K tuvieron una "carga negativa" para Uruguay, evitó hacer una calificación más dura. “(Decir que) esta comparecencia del Frente de Todos sea el Kirchnerismo, es una predeterminación”.
Sin embargo, la diplomacia y amabilidad que transmite Lacalle en cuanto a su vínculo con un peronista que se ha definido más de un vez como "liberal progresista" puede tener algunos tropezones y el embajador Iribarne adelantó dos probables. Por un lado, la nueva planta de UPM en la ciudad de Paso de los Toros y por el otro “el importante lobby británico” que hay en Montevideo a favor de las Islas Malvinas, según dijo la semana pasada en una comisión del Senado argentino en la que se aprobó que sea el representante de ese país en Uruguay.
El gobierno argentino pretende que Uruguay no permita más que aviones militares del Reino Unido aterricen en el Aeropuerto de Carrasco durante su ruta hacia las Malvinas.
En tanto, la decisión de instalar una segunda planta de la empresa finlandesa UPM también es mirada de reojo por el vecino país, por la contaminación que pueda llegar a producir. De hecho, Argentina propuso en la Comisión Administradora del Río Uruguay que se realice un monitoreo en conjunto en la desembocadura del río Negro.
En sus primeros días de gobierno, el presidente argentino anunció una serie de medidas económicas para paliar la crisis que enfrentan y Uruguay se puso, nuevamente, en alerta. Entre los cambios dispuestos, se creó el llamado “dólar turista”, que implica un impuesto de 30% para los gastos en el exterior. Por ahora, Fernández no ha anunciado otras medidas que puedan tener consecuencias en Uruguay y, según lo manifestado por el canciller Solá a su futuro par Ernesto Talvi en un encuentro hace algunas semanas, la línea que pretenden trazar es la de la “apertura”.
En esa línea, ambos conversaron sobre la necesidad de que el Mercosur se abra al mundo, algo que Argentina analiza.
En tanto, la competencia portuaria entre ambos márgenes del Río de la Plata también es visto con cautela por el gobierno entrante uruguayo. En una entrevista con el diario El País, el futuro ministro de Transporte, Luis Alberto Heber, afirmó que apela a la “competencia” sin medidas “voluntaristas que llevan a distorsionar y no llevan a la libre competencia de puertos”. En ese sentido, Heber afirmó que durante la gestión del expresidente Mauricio Macri se “hirió más” a Uruguay. Macri dispuso una modernización del puerto de Buenos Aires para potenciar el comercio exterior y generó cambios en políticas portuarias que hicieron que, por ejemplo, se quedara con trasbordos que llegaban a Montevideo.
Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 27 Febrero 2020