Seguridad: de obligación a valor empresarial
Dejando atrás sus orígenes informales, el sector forestal se consolida cada vez más como una industria de vanguardia. Progresivamente desde la década de los noventa se han implementado protocolos para garantizar la seguridad y la salud ocupacional de los trabajadores. Hoy el refuerzo de estos conceptos en toda la cadena, así como los riesgos psicosociales y la ergonomía, son los principales desafíos.
Por Alejandra Pintos
No fue hasta el año 2004 que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) creó las primeras directrices para la inspección del trabajo en la industria de la silvicultura. Y es que la seguridad y salud ocupacional (SYSO) es un concepto históricamente nuevo, en Uruguay y en el mundo.
Hace más de cincuenta años, cuando se aprobó la primera Ley Forestal en el país, eran pocos quienes usaban casco y chaleco, casi nadie se planteaba si el asiento de la maquinaria era cómodo para estar sentado todo el día y poco se hablaba de los riesgos psicosociales del trabajo. Sin embargo, la aprobación de normativas nacionales, como el Decreto 372/99 (1999) y el Código Nacional de Buenas Prácticas Forestales (2004) comenzaron a generar un marco para permitir, de forma gradual, una mayor formalización del sector, acompañada de mejores estándares en seguridad y salud.
Así, una vez cubierto lo esencial ‒la seguridad física del trabajador en relación a caídas, manejo de maquinarias o incluso exposición a temperaturas extremas‒ se fueron incorporando progresivamente buenas prácticas. Se pasó a estudiar los procedimientos para luego acondicionar los espacios de trabajo y buscar el confort de los operadores. Pero todo empieza con una correcta percepción del riesgo.
En el plano local se dio un cambio fundamental con la llegada de grandes actores internacionales, que aportaron sus propios protocolos y culturas organizacionales. “Básicamente, el primer gran cambio se dio con la llegada de las empresas forestales (internacionales) a Uruguay, alrededor del año 2007”, resume el experto en SYSO forestal y presidente de la Asociación de Licenciados en Seguridad y Salud Ocupacional (Alicsso), Flavio Fernández.
En ese sentido, el inspector general del Trabajo y de la Seguridad Social, Tomás Teijeiro, agrega: “Esto [la llegada de empresas extranjeras] permitió una mayor inversión en el sector y, consecuentemente, la profesionalización del mismo en toda la cadena forestal: primaria, secundaria y aun el transporte. En definitiva, aportaron know-how al sector forestal. Propiciaron la incorporación de nuevas tecnologías al sector primario y al industrial. En la cosecha, tradicional mente manual, la mecanización de los procesos permitió un mayor control de los riesgos asociados a esta tarea”.
REDUCCIÓN DE ACCIDENTES
Los números avalan esta percepción. Según informó a Forestal la Inspección General del Trabajo y de la Seguridad Social (Igtss), se investigaron cuatro accidentes mortales desde 2018 a la fecha. El último, conforme a los registros, se produjo en 2022 por la caída de un rayo.
De acuerdo con el Monitor de Accidentes de Trabajo del Banco de Seguros del Estado (BSE), por grupo salarial (período 2014-2022) los accidentes en la forestación se han mantenido relativamente estables, con una media de 333 accidentes anua les. En la industria de la madera la media es de 576 accidentes anuales en ese mismo período. “El sector forestal, en términos relativos, está bien posicionado”, ponderó el monitor.
Claro que no existe riesgo cero: todas las actividades productivas tienen peligros aparejados. “Lo que existe, entonces, son procesos de selección de los riesgos que definen mediante negociaciones tácitas y/o explícitas umbrales aceptables”, señala la investigación “Organización del trabajo y gestión del riesgo en la industria de producción de pasta de celulosa”, elaborada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República en 2017.
MAYOR INVERSIÓN, MEJORES ESTÁNDARES
Fernández observa que, en los últimos siete años aproximadamente, en Uruguay se ha dado un paso más en cuanto a la seguridad y salud ocupacional y hoy una de las principales áreas donde se está trabajando en la industria forestal es en la ergonomía. El especialista en SYSO menciona que este “es un proceso que se da de forma natural, porque normalmente uno comienza abarcando áreas como la seguridad, después empieza a trabajar en aspectos ergonómicos, como en adecuación del puesto de trabajo y el diseño de equipos de protección personal para ciertas tareas, por ejemplo”.
De acuerdo con Fernández, otro aspecto fundamental en el que se está trabajando en la actualidad es el de los riesgos psicosociales. “El trabajo forestal, por naturaleza, tiene un componente que es el aislamiento. En comparación con otras industrias, la mayor parte de los trabajos forestales se hacen a distancia, en equipos de trabajo reducidos, y muchas veces tan reducidos como ser una sola persona que está al frente de una máquina. Entonces, hay ciertos componentes que diferencian el trabajo forestal y que hacen que muchas situaciones se potencien por el aislamiento”, señala.
La llegada de empresas extranjeras “permitió una mayor inversión en el sector, y consecuentemente la profesionalización del mismo en toda la cadena forestal: primaria, secundaria y aun el transporte”. Tomás Teijeiro, inspector general del Trabajo y de la Seguridad Social
Al estar aislado el trabajador puede hacer una evaluación errónea de los riesgos de la actividad. Por eso, es necesario reforzar la comunicación con los operarios y dejar claros cuáles son los recursos ‒tanto personales como del entorno de trabajo‒ con los que cuentan a la hora de tomar decisiones. Estos son: compañeros de trabajo, entorno próximo, supervisión y mando directo.
“A veces por nuestra propia naturaleza humana percibimos que esos recursos son menores de lo que realmente son. Es importante que uno note que cuenta con un equipo de personas que me están dando un sustento emocional, que a nivel de mandos medios tengo la posibilidad de consultar, de tener un respaldo, de que en una situación de ese tipo me den su apoyo. Y obviamente esa percepción condiciona cómo va a actuar el trabajador”, ejemplifica Fernández.
En ese sentido, el proceso de formalización de la actividad que atravesó la industria desde la década de los noventa favoreció la generación de estructuras y canales para que los empleados sepan a quién recurrir en cada situación. “Es un contraste grande. Todas estas cosas también requieren inversión en tiempo, dedicación y recursos”, evalúa el experto. Por lo tanto, el crecimiento sostenido del sector forestal se refleja en el bien estar de los trabajadores. “La industria forestal en el país ha incorporado la práctica de la seguridad y la salud ocupacional no visualizándola simple mente como una obligación o un requisito legal sino viendo el valor intrínseco que tiene”, añade.
NUEVOS HORIZONTES
Tanto Teijeiro como Fernández, especialistas en SYSO, coinciden en que la seguridad y el bienestar son dos máximas cada vez más engranadas entre las empresas del sector, sobre todo en las compañías líderes. Sin embargo, es necesario reforzar estos conceptos en toda la cadena de valor.
En ese sentido, Teijeiro observa que “el sector aserradero y de transporte de madera” es el que presenta más oportunidades de mejora. “Prime ro, en cuanto a la existencia aún de aserraderos de menor porte o de tipo móvil, que no siempre reúnen las condiciones de seguridad necesarias. En el caso del transporte en cuanto a la regulación de las horas de trabajo y la implementación de los descansos necesarios, que no es exclusivo del sector forestal”, indica.
“La industria forestal en el país ha incorporado la práctica de la seguridad y la salud ocupacional, no visualizándola simplemente como una obligación o un requisito legal sino viendo el valor intrínseco que tiene”. Flavio Fernández, Asociación de Licenciados en Seguridad y Salud Ocupacional
Según información de la agencia Uruguay XXI que data de 2021, el tejido empresarial de la industria forestal está compuesto por unas 1.700 empresas vinculadas directamente al sector. Las nacionales son, en gran medida, empresas de pequeña escala y parte de ellas se cuentan entre los 77 aserraderos relevados en el país. Asimismo, múltiples organizaciones extranjeras eligieron al Uruguay para instalarse y desarrollar sus actividades, lo que también impulsó significativamente al sector por las demandas asociadas a sus escalas, y los requisitos profesionales y técnicos que trajeron aparejados.
“Las propias empresas contratistas son proactivas y van acompañando el ritmo de desarrollo y exigencias de la empresa que las contrata. Que los servicios tercerizados incorporen la seguridad y la salud no como algo impuesto del exterior, sino que ellos mismos le den el valor, lleva su tiempo porque estamos hablando de cambios culturales. Nosotros como uruguayos no tenemos esa cultura de la seguridad y la salud que en otros países está presente desde la primaria, si no desde preescolar, trabajando el tema. La transformación total va a llevar un tiempo y no solamente sucede en la industria forestal; esto lleva un tiempo en cualquier rubro de la industria”, concluye el presidente de Alicsso. En esa dirección trabajan las empresas y actores vinculados para, así, promover un sector forestal cada vez más seguro y saludable.