El presidente de la ANP habló de los amarraderos de barcazas sin priorizar la ciudad
La situación de peligro que enfrenta la población, con los amarraderos de barcazas a la altura de Nueva Palmira, fue abordado por EL ECO con el presidente de la ANP, Juan Curbelo, y el jerarca faltó a la verdad.-¿No hay posibilidad que saquen los amarraderos, que es el pedido que hace la comunidad palmirense?
-No, porque los amarraderos son muy importantes para la actividad que se lleva adelante en el puerto de Nueva Palmira. Nosotros tenemos una convivencia con la ciudad de Nueva Palmira, es muy importante poder coexistir de la mejor manera y obviamente que a los reclamos de los vecinos, nosotros los atendemos y vamos a tratar de que estas situaciones que se dan de manera excepcional se puedan mejorar, a partir de que el amarradero cuente con mejores condiciones de seguridad.
-¿Cuáles son esos planes para que cuente con mejor seguridad?
-Hemos hablado con las empresas que operan ahí en el amarradero. Estamos en condiciones de poder, de alguna manera, mejorar la infraestructura para que cuando existen estas situaciones excepcionales, que son algunos temporales, no se suelten como en algún caso se han soltado y han ido a la playa de Palmira. (N. de R. en no menos de cuatro ocasiones en los últimos años, con un total no inferior a 15 barcazas).
Amarraderos: Curbelo faltó a la verdad
El presidente de la ANP no se comprometió a nada. Bien sabe Curbelo que la población está en contra de los amarraderos de barcazas en el Río Uruguay, a la altura de la ciudad de Nueva Palmira. Se instalaron en las pasadas administraciones de gobierno (Frente Amplio). Incluso en el pasado quinquenio él era miembro del directorio de la ANP, ahora es presidente y defiende esos negocios que ponen en peligro a la población.
La comunidad local siempre dijo no a esos amarraderos a la altura de la ciudad misma, porque cuando hay rachas fuertes de viento o turbonadas, se desprenden barcazas y remolcadores. Esto ha ocurrido en no menos de cuatro ocasiones, afortunadamente hasta ahora han sido detenidos por la naturaleza: la playa. No han impactado en la Dársena Higueritas, en buques que esperan puerto, ni en muelles de las terminales. También corren peligro los pescadores artesanales y la población misma. Si el viento arrastrara esas moles de hierro e impactan los puntos citados, provocarán enormes destrozos, un caos humano, teniendo en cuenta que cada barcaza que queda a la deriva, al desprenderse de los amarraderos en temporales de viento, pesa 750 toneladas. En los últimos años han quedado a la deriva no menos de 15.