La apuesta a los árboles que generó un sector de desempleo 0 y que será la base de la bioeconomía
Carlos Faroppa, director general Forestal, reflexionó sobre los desafíos que enfrenta un sector que quiere ser el pionero en el desarrollo de la bioeconomía para el país.El sector forestal viene de dos años muy buenos ¿Qué se puede esperar para el 2024?
La nueva planta celulosa va a llegar a la curva total de aprendizaje por lo tanto va a llegar al máximo de su capacidad y ahí suponemos que van a crecer más todavía nuestras exportaciones. Vamos a tener un rol muy importante en las exportaciones del país, en primer o segundo lugar.
¿Qué significa para este país, que siempre tuvo la carne como su principal rubro, que la celulosa ocupe el primer lugar de exportaciones?
Esto es la consecuencia de una política de estado que se viene manteniendo por muchos años. Es bueno que haya otros rubros de exportación. Quién sea el primero o el segundo no importa, sino que todos traccionen para el crecimiento del país. El sector forestal ocupa el 6% del área productiva del país y produce por el 6% del PBI, es muy importante su rol y prevemos que en los próximos años va a crecer bastante más; no por la vía de las grandes inversiones (que también puede ser), sino por nuevos desarrollos industriales.
¿Esos desarrollos apuntan a dar más valor al producto cosechado en Uruguay?
Ya hay varios proyectos en ejecución en el país de madera sólida, compensada, laminada, aserrada; y la ampliación de las ya existentes. Este conjunto se concentra en dos ejes: Rivera-Tacuarembó y Treinta y Tres-Melo. Ahí ya hay complejos industriales que a su vez traen desarrollos tecnológicos alrededor. Es un cambio importante respecto a la forestación original y las metas originales. En las primeras etapas de repente no se pensaba que se iba a lograr esto, cuando pensaron la ley. Pero las metas se fueron cumpliendo con creces y a eso apuntamos.
¿Cómo se está dando la sinergia de investigación y desarrollo tecnológico al rededor de la forestación?
Primero llegó la forestación, luego se fueron generando los centros de investigación o de desarrollo y cuando vienen los procesos industriales es que crece aceleradamente esa demanda. Son sinergias porque como están los árboles, empieza el desarrollo, empieza la exigencia y todo tracciona a partir de una buena idea que fue: “apostemos a los árboles”
¿Uruguay tiene déficit de personal capacitado en el sector forestal?
Si, pasa igual que la tecnología. Porque en realidad, el rubro forestal es demandante de tecnología. Uruguay aplica en la enorme mayoría de la cosecha forestal, maquinaria que es la misma que se podría ver en los países nórdicos. Entonces esas máquinas requieren capacitación. Las industrias también requieren mucha capacitación. Muchas veces el que está trabajando en el campo tiene una formación de base buena, pero hay que prepararlo más. Después en los procesos industriales requieren grados universitarios o de maestrías específicas. Fue muy buena la experiencia de algunos procesos industriales grandes, donde había una muy buena base de conocimiento y que simplemente se ajustó con cursos adicionales. No es despreciable (el nivel de conocimiento) pero sí nos faltan recursos en toda la ejecución. Porque el sector crece y en la medida que además se agrega la cadena de valor, el sector va demandando más pericia, más capacitaciones. Hay mucha nueva tecnología incorporada al sector en este momento.
¿Es un freno este aspecto para el crecimiento del sector?
Se va resolviendo, pero si. En las tareas de trabajo siempre es escaso el personal.
¿Se puede decir que la forestación es otro caso de desempleo 0 como el IT?
Yo creo que sí. Podríamos decirlo así, porque también las PYMES están invirtiendo mucho en tecnología, y demandan que la gente se capacite. No es el mismo oficio que hace 10 años obviamente. Y esta nueva generación de la forestación demanda mucho más conocimiento, porque avanzamos hacia un nuevo concepto que es la bioeconomía.
La bioeconomía forestal abre un nuevo capítulo para el país, podrías resumir qué es y qué potencial tiene para Uruguay.
La bioeconomía es la economía sobre la base de una producción biológica. El fenómeno forestal es una gran producción, porque se ha acumulado un volumen enorme de madera todos los años. En ese procesamiento se generan los productos principales que tenemos hoy: madera aserrada, tableros, industria de celulosa. Pero a su vez se generan otros subproductos y en la medida que agreguemos más valor a la madera se generan más aún. Supongamos que tomamos la madera, la secamos y queremos usarla en la construcción, que va a ser uno de los rubros de la bioeconomía. Pero para llegar a esa madera, vamos a tener que generar otros subproductos que tenemos que darles valor también. Ahí vemos la bioeconomía, que son los nuevos productos como los biomateriales o los biocombustibles. En el país la mayor fuente de masa para la bioeconomía es el sector forestal, por su alto volumen de producción. También puede generar bioeconomía el sector cárnico, el sector agrícola o la pesca incluso, pero el que va a generar alto volumen y productos de primera, segunda y hasta tercera generación (que están en ensayo) es el sector forestal. Ese es el desafío, ese es el cambio. Tenemos un gran potencial, sobre la misma base forestal que tenemos hoy, pero inclusive el concepto de que muchas plantas de celulosa podrían convertirse parcialmente en biorefinerías. Producir otros materiales, de otro valor y quizás el día de mañana no generen energía eléctrica, que generen otros materiales y que la energía eléctrica se produzca de otro lado.
¿Sobre qué base es válida la bioeconomía del país?
Porque Uruguay apostó y tiene muchas reglas de preservación desde hace mucho tiempo. En los años 60 se definieron muchas estrategias que se aplicaron en el largo plazo. Como son la creación de la Dirección Forestal, de la carrera forestal en Agronomía, de la Dirección Nacional de Recursos Naturales y eso le generó un sistema de protección al país que le da muy buenas condiciones.
¿El país logró este nivel de crecimiento y diversificación sin generar daños y cuidando la preservación del ecosistema?
Exacto. Primero está el bosque nativo que es un valor que se preserva, que lo cuida esta dirección y lo inspecciona. Ya en esa época se le dio un valor importante y por eso creció el área en un 25%. Esto se dio a través de dos herramientas importantes: las exoneraciones fiscales sobre todo el bosque nativo, por otro lado también la capacidad de la Dirección Forestal de controlar. Esa política llevó al país a una situación totalmente diferente a Latinoamérica y del mundo. No es la única, pero sí de los pocos países que la lograron (el crecimiento del bosque nativo).
Por otro lado, las plantaciones forestales pasan por estudios de impacto de la Dirección Forestal, del Ministerio de Ambiente, de ordenamiento territorial nacional y departamental, y después por sí mismos los sistemas se certifican para esa sostenibilidad ambiental. Son fiscalizadoras muy muy duras. Entonces si uno quiere vender su madera el día de mañana tiene que estar certificada. Y es por eso que más del 90% del área plantada del país tiene una o dos certificaciones internacionales (FSC o PEFC) y casi el 40% tienen doble certificación. Eso asegura que plantan de forma correcta, que se manejó ese bosque en forma sostenible y que hay una cadena de custodia del producto que sigue después. Aprovechando esa cadena custodia es donde se va a asentar la nueva forestación que es más desarrollo de esa materia prima con alto valor.