De la Batalla del Río de la Plata al cierre de Tsakos: la historia de la familia Voulminot y su revancha
El dique estuvo en la mira de los alemanes en 1939 al rechazar el pedido de reparación del Graf Spee.Días pasados se conoció la noticia del cierre definitivo de la empresa Tsakos, el dique que durante 125 años reparó a centenares de embarcaciones en las proximidades del puerto de Montevideo. La empresa, de capitales griegos, no pudo recuperarse del accidente que sufrió en 2022 cuando una grúa se desplomó y hundió al dique.
Con el final de Tsakos se cierra una historia muy importante no solo para el puerto, sino para el Uruguay en su conjunto.
Tsakos fue la continuación de la empresa Regusci y Voulminot que estuvo en la mira de los alemanes en diciembre de 1939, durante los días en que la Segunda Guerra Mundial desembarcó en el Río de la Plata y tuvo en vilo a Montevideo.
Sucedió el 13 de diciembre, horas más tarde de que se librara la Batalla del Río de la Plata a pocas millas de Punta del Este. En ella, los buques de la marina británica Ayax, Achilles y Exeter se enfrentaron con el acorazado alemán Admiral Graf Spee que resultó seriamente averiado. El enfrentamiento dejó un saldo de 72 marinos ingleses muertos y 36 alemanes.
El Graf Spee, al mando del capitán Hans Langsdorff, buscó refugio en el puerto de Montevideo. Comenzó allí una batalla diplomática que pondría a Uruguay en la mira de las potencias en guerra y en la que la familia Voulminot dueños entonces del hoy dique Tsakos , tendría un rol clave en el desenlace de la historia.
La empresa Regusci Voulminot databa de fines del siglo XIX. Pero para entender los motivos que precipitaron el hundimiento del Graf Spee hay que remontarse a Alsacia en 1870.
Alberto Voulminot había nacido en Colmar, una pequeña localidad del Alto Rin, en Alsacia, en tiempos en que esa zona formaba parte de Francia. En la pequeña localidad alsaciana, Alberto se casó con Marie Sutter, una hermosa alemana con quien tuvo dos hijos: Albert y Marie.
Alsacia y Lorena habían sido siempre territorios codiciados por Alemania, que vivía entonces su proceso de unificación, al igual que Italia. El 4 de septiembre de 1870, los alemanes ingresaron a Colmar, cuya población no superaba los 600 habitantes. Un grupo de patriotas, entre los cuales se encontraban Albert Voulminot y Albert Wagner, apostados en el puente de acceso a la ciudad, resistieron la invasión alemana munidos cada uno con un fusil Chassepot calibre 11. Fueron aniquilados.
Tras la muerte de su padre, Albert Voulminot Sutter se afincó en Belfort para estudiar ingeniería y obtener el título de ingeniero cervecero. Luego, emprendió viaje hacia el Río de la Plata. Llegó a Buenos Aires en la década de 1880 y gracias a su título pudo trabajar con el barón Emilio Bieckert, otro alsaciano que dos décadas antes había emigrado a Argentina. En 1880 el barón Bieckert se propuso instalar la primera fábrica de cerveza que tuvo Argentina. No solo contrató a Voulminot, sino que hizo traer también a otros técnicos de Alsacia.
El éxito de la cerveza —que, por supuesto, se llamó Bieckert— no tardó en llegar. Bieckert presentó incluso su producto con gran éxito en la Exposición Universal de París de 1889.
Poco después del triunfo en Francia, Voulminot decidió probar suerte en la otra margen del Río de la Plata. Desembarcó en Uruguay, y se asoció a Armando Regusci, hijo de inmigrantes suizos del Ticino. En 1890, juntos, fundaron Regusci y Voulminot, que en poco tiempo se convirtió en la compañía naviera más importante de Uruguay. La empresa no solo se dedicaba a la reparación de buques, sino que también contaba con el dique más importante del Río de la Plata. El negocio coincidió con el proceso de industrialización en el país y el incremento del comercio en la zona.
Durante la crisis de 1930, la empresa tuvo que reconvertirse parcialmente. Un enorme camión salía a recoger chatarra por Montevideo y sus alrededores, que luego fundía y con el material resultante fabricaba columnas de hierro para el alumbrado público. Algunas de estas columnas pueden verse aún en los alrededores del Hotel del Prado, y en su base se leen grabadas las iniciales RV.
En 1939, la empresa estaba al mando de Alberto Voulminot (Regusci había muerto poco antes) y asumía también responsabilidades un joven estudiante de ingeniería, el tercer Alberto Voulminot de esta historia.
Al día siguiente que el Graf Spee recaló en Montevideo, Langsdorff y el ministro alemán en Uruguay, Otto Langmann, se reunieron con Voulminot en las oficinas de la empresa en la calle Rondeau 2017.
El encuentro fue cortés y breve. En él Langsdorff le pidió a Voulminot que reparara al Graf Spee; era la única empresa que lo podía hacer. Contaba entonces con más de 200 operarios calificados y la maquinaria necesaria.
-El precio lo pone usted, le dijo el capitán alemán.
La respuesta de Voulminot fue un no categórico, tampoco accedió a venderle los materiales necesarios para que el Graf Spee fuera reparado por su tripulación.
-No hay límite de precio, reiteró Langsdorff.
-Usted no entiende que no es cuestión de plata, contestó cortante Voulminot. Y no se amedrentó cuando Langsdorff le advirtió que su barco aún averiado “tenía la capacidad de fuego como para volar la ciudad de Montevideo”.
-Lo sé, y también sé que no lo hará porque usted es un caballero, respondió Voulminot.
En aquella reunión se escribió la sentencia de muerte del Graf Spee.
El resto de la historia es conocida. Tres días más tarde, el 17 de diciembre, intimado por el gobierno del presidente Alfredo Baldomir el Graf Spee abandonaba el puerto de Montevideo. A la altura de Punta Yeguas fue dinamitado por el propio Langsdorff. La explosión reverberó como un eco en toda la ciudad y cuando Voluminot Sutter se enteró comentó: es la revancha de la historia. Casi setenta años más tarde del asesinato de su padre, su hijo sentía que había vengado la muerte de su padre.
Poco después, el dique Regusci Voulminot fue adquirido por la Marina de Inglaterra y llevado hasta las islas Malvinas. Gran Bretaña pagó una fortuna. Voulminot condicionó la venta del dique a que una vez que terminara la guerra, Inglaterra le vendiera el más moderno dique que tuviera en el mundo.
En 1946, Alberto Voulminot Bonomi (cuarta generación) viajó a Londrés donde el Almirantazgo le vendió a precio de liquidación el dique más moderno disponible entonces. Dos enormes remolcadores lo trasladaron a Montevideo desde la islas Bermudas. Regusci y Voulminot, volvió a reparar barcos.
En 1975, Regusci y Voulminot vendió la totalidad del paquete accionario a Industrias Navales Tsakos.