Envión forestal: una mirada al desarrollo y los números del sector
Tras más de un año y medio de elaboración, el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social ‒Ceres‒ presentó el informe “La producción forestal en Uruguay. Un sector líder y sostenible”. Este trabajo aporta información nueva y actualizada sobre la actividad forestal en el país: un sector que multiplicó por ocho sus exportaciones en 15 años, emplea a más de 25 mil personas directa e indirectamente y que, en 2024, se convertirá en el principal rubro exportador del Uruguay.
“Lo que busca este informe es poner información sobre la mesa. Así, cuando se discuta sobre forestación en la opinión pública, como ha sucedido, por lo menos la mesa de ese debate esté un poquito más alta con información disponible para toda la sociedad, hecha de forma totalmente objetiva con información pública”, dijo el director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social ‒Ceres‒, Ignacio Munyo, durante el Desayuno Forestal 2023. Allí el economista fue el responsable de presentar el trabajo “La producción forestal en Uruguay. Un sector líder y sostenible” realizado por la institución que lidera.
Los números son un plato fuerte al analizar la actividad forestal; así lo dijo el propio Munyo al reconocer que al adentrarse en el estudio de este rubro “uno entiende la enorme contribución que realiza el sector al Uruguay”.
Al 2022, este representaba casi el 4% del Producto Bruto Interno (PBI) y su aporte impositivo rondaba los 280 millones de dólares. “Se han multiplicado por ocho las exportaciones en 15 años y estas van a seguir creciendo de forma tal que el año que viene, con el funcionamiento a pleno de la nueva planta de celulosa de UPM, el forestal va a ser el principal rubro de exportación del país”, dijo Munyo.
En 25 años, precisamente, “Uruguay pasó de tener exportaciones forestales en niveles ‒con respecto al PBI‒ similares a países con escaso desarrollo del sector, como Argentina, a superar registros de países con décadas de tradición exportadora en el sector, como Suecia”, se lee en el informe del Ceres.
El crecimiento es digno de admirar, confirmó la presidenta de la Sociedad de Productores Forestales, Ing. Lucía Basso: “En la década del noventa, cuando contábamos apenas con 50 o 60 mil hectáreas, con un sector foresto-industrial muy poco o nada desarrollado, era casi impensable llegar a 100 mil hectáreas. Es decir, el millón de hectáreas forestadas que tenemos hoy ya era simplemente inimaginable”.
Antes de la puesta en marcha de la tercera planta de celulosa en el país, el sector empleaba de manera directa e indirecta a 25 mil personas. Con el arranque de UPM 2 se estima la generación de hasta 10 mil puestos de trabajo adicionales. Además, “a partir del 2024”, dijo Munyo, “Uruguay será el segundo mayor exportador mundial de celulosa de fibra corta; estamos hablando de números impactantes para nuestro país”.
IMPACTO REAL
Tomando las cifras de 2022, el trabajo del Ceres estimó que solo el impacto directo del sector forestal fue de prácticamente 2.500 millones de dólares: 1.913 millones en exportaciones de celulosa, 557 millones en exportaciones de madera sólida y 9 millones correspondientes a papel y cartón.
Sin embargo, la Ing. Basso destacó que es importante “entender a la forestación en Uruguay como una cadena productiva que va desde la fase primaria ‒como son los viveros, plantaciones, podas, raleos‒ hasta la fase industrial ‒ya sea en la producción de celulosa, chipeado, transformación de la madera‒ y que termina en la exportación de nuestros productos con una importante cadena logística que acompaña todo este proceso”.
Con eso en mente, medir el impacto indirecto de la actividad forestal se vuelve, entonces, de vital importancia. Así lo entendió también el equipo del Ceres al mencionar en el informe que “el impacto económico de incrementar la actividad de un sector no se reduce únicamente al monto en que se aumenta la producción, sino que también debe considerar los encadenamientos generados en el resto de la economía”. Este concepto, conocido como impacto indirecto, calcula lo generado en otros sectores productivos que son proveedores de la cadena forestal y se mide a través de la Matriz de Insumo Producto, elaborada por el Banco Central del Uruguay (BCU).
“Si uno tuviera que ir a una universidad de Estados Unidos o Europa a presentar un sector exitoso del Uruguay, el forestal sería el candidato número uno”. Ec. Ignacio Munyo, Ceres
Munyo y su equipo son los primeros en realizar la medición del impacto indirecto utilizando las últimas actualizaciones del BCU. En este caso, se concluyó que el sector forestal generó, a 2022, un impacto superior a los 5.000 millones de dólares.
En comparación con el resto de los sectores productivos del Uruguay, “el subsector con mayor impacto multiplicador indirecto por los encadenamientos que tiene es el de la madera sólida, por encima de los frigoríficos y la producción de lácteos, que están también muy altos en la escala”, explicó el economista. “También con niveles muy grandes, casi el doble que el promedio de los 108 sectores productivos del país recabados por el Banco Central en la Matriz de Insumo Producto, están la celulosa y la silvicultura”. Esto quiere decir, explicó Munyo, que “por cada dólar exportado, el impacto en el PBI más que se duplica en el caso de la madera sólida y se duplica en celulosa y silvicultura”. Las cifras exactas y comparativas están disponibles en la página 32 de esta edición.
Munyo aclaró, también, que no se incluyó dentro del trabajo del Ceres el impacto inducido (aquel que se genera por los salarios que cobran los trabajadores directos e indirectos asociados al sector) por la dificultad de estimarlo con precisión. “Decidimos cortar por lo sano. No es necesario incluir un impacto inducido para mostrar que este es un sector tremendamente relevante en base a estándares indiscutidos”, dijo.
SUMAS Y RESTAS
El documento del Ceres también se enfocó en el aspecto tributario del sector. El economista acepta que esto los obligó a realizar “un trabajo de hormiga”.
Para dimensionar el aporte impositivo en la fase primaria de las principales actividades agropecuarias del Uruguay y hacerlas comparables, se esgrimió un ejemplo ilustrativo de cuánto pagaría en tributos un productor que arrienda 3.000 hectáreas para realizar ganadería, lechería, soja y forestación (esta última dividida en dos subsectores: celulosa y aserrío). Los números arrojan que el sector lácteo es el que tiene una carga tributaria mayor (133 dólares por hectárea), seguido por la forestación con destino celulósico (US$ 122) y la soja (US$ 109); bastante más abajo se encuentran la ganadería (US$ 29) y la forestación para aserrío (US$ 15).
El trabajo hace hincapié en que las plantaciones con destino celulósico no reciben un tratamiento diferencial en comparación con otras actividades primarias del país. “Al principio, el país fue poniendo incentivos para que se fuera desarrollando el sector y los fue retirando en la medida que existe una parte de la actividad [la de la celulosa] que ya no necesita ese incentivo como antes”, dijo Munyo.
Por el contrario, las plantaciones con destino para madera sólida continúan con exoneraciones para incentivar su desarrollo. Munyo comentó que es importante contextualizar que esto es “lo que están mirando las internacionales para decidir dónde invertir y los costos que hay de hacerlo en cada país” y que “esta promoción se da justamente en el subsector que está teniendo inversiones fuertes en los próximos años y que tiene una perspectiva de crecimiento muy grande”.
Al respecto también se expresó la presidenta de la SPF, Lucía Basso, cuando ‒en sus palabras durante el Desayuno Forestal‒ destacó que el “sector de la madera sólida está en pleno crecimiento. En estos últimos tres años ha generado inversiones por casi 300 millones de dólares con al menos seis grandes proyectos”, de los cuales una parte ya está en funcionamiento y otra en vías de consolidarse. Es más, el estudio del Ceres calculó que, una vez que se concreten estas inversiones previstas, el impacto total del sector (sumando efectos directos e indirectos) superará los 7.800 millones de dólares. Esto equivale al 10% del PBI.
PENSAR EL MAÑANA
“Si, por ejemplo, uno tuviera que ir a una universidad de Estados Unidos o Europa a presentar un sector exitoso del Uruguay, el forestal sería el candidato número uno porque tiene toda una trayectoria de desarrollo de una política de Estado que viene de la mano con la vuelta a la democracia […], trasciende gobiernos y deja al país muy bien parado a nivel internacional”, concluyó Munyo.
El economista aseguró que, para que el sector forestal siga desarrollándose, es necesario “continuar con este proceso que es un caso de éxito. No pueden debilitarse los factores que lo explican”. En ese sentido, mantener el impulso a la actividad como una política de Estado que ya tiene casi 40 años se convierte en imprescindible.
Con esto también concordó Basso, de la SPF: “Obviamente, en la medida que el sector crece, las regulaciones no pueden quedar estáticas; no es lo mismo regular 50.000 hectáreas que un millón. Sin embargo, insistimos en la necesidad de contar con reglas claras que no estén en constante cambio y que permitan que inversiones de este tipo, que son de tan largo plazo, se puedan desarrollar de la mejor forma. […] Todos estos cambios de normas generan incertidumbre no solo para las nuevas inversiones sino para las que están en curso”.
Además de mantener predictibilidad desde la reglamentación, Munyo también mencionó los costos del país como un desafío a contemplar en la búsqueda de crecimiento. “Tenemos un país cuyos costos para producir son muy elevados y permanentemente afectan la producción de este y otros sectores. El Estado tiene un rol acá para facilitar el negocio en materia de tiempo y autorizaciones”.
Munyo destacó, finalmente, que el objetivo del mencionado trabajo del Ceres es que “los uruguayos conozcamos un poco más de un sector que tiene complejidades muy grandes en muchos aspectos, pero que cuando uno hace el esfuerzo de tratar de entenderlo un poco más, no puede más que sentirse orgulloso de lo que tenemos”.
POTENCIAL SOSTENIBLE
El mundo avanza, en mayor o menor medida, hacia una economía circular donde la sostenibilidad es la brújula que marca el camino. En esta nueva realidad, la forestación tiene y tendrá cada vez más un papel preponderante. En primer lugar, está el creciente mercado de bonos de carbono. “El mercado uruguayo generará ya en los próximos años 32 millones de créditos de carbono”, dijo el economista Munyo, cuyo valor asciende a más de 30 millones de dólares A esto se suma la estrategia de financiación del gobierno uruguayo a través de los bonos sostenibles, donde el Estado ha emitido una deuda atada a compromisos medioambientales. “Estamos hablando de que las finanzas públicas podrían ahorrar, si se cumplen los compromisos, 6,6 millones de dólares”, sostuvo Munyo, a la vez que aclaró que “gran parte de que el Gobierno pueda emitir estos bonos es porque existe un sector forestal como el que tenemos”. Además, la actividad forestal ya es un aliado de la ganadería por su contribución para reducir la huella de carbono de esta última (exigencia que irá en aumento para ingresar en mercados claves a nivel mundial). Finalmente, existe todo un rubro de desarrollo de bioproductos y valorización de subproductos forestales que pueden ser utilizados en indumentaria, bioplásticos, cosméticos e insumos para un sinfín de industrias que buscan sustituir a los derivados del petróleo.