POLÉMICA ENTRE ASTORI Y ARBELECHE
¿Cuál es la realidad de la economía uruguaya?
Por Carlos Luppi.
Estamos en tiempos electorales, los que crispan la discusión económica. Mientras analistas como Jorge Caumont y Nicolás Lussich conservan la ecuanimidad, hay quienes niegan todo mérito a la gestión gubernamental. Pero el hecho económico sustancial de este lustro es la radicación de la mayor inversión de su historia, logro del «keynesianismo local», según Caumont. La polémica por el déficit fiscal es esclarecedora. La economía está contraída y el desempleo azota, pero el crecimiento está en marcha, el manejo cambiario mejoró las exportaciones (19,7%) y nos favorece la baja de tasas en EEUU. Somos el país de mejor desempeño regional. Estos resultados deben llegar a más gente.
La semana pasada, el lector desprevenido se habrá asombrado al ver que todos los medios de prensa, excepto Caras y Caretas, criticaron la radicación de la tercera planta de celulosa en Uruguay, que será la mayor inversión de nuestra historia (9% del PIB, con efectos colaterales extraordinarios como la recuperación del ferrocarril, medio de transporte principal en los países desarrollados), y no hallaron motivos para destacarla. El colmo lo alcanzó un análisis que señala implícitamente que UPM II traerá más prostitución infantil al Uruguay, como si fueran los trabajadores los «grandes consumidores» de esa abominación.
Estamos en medio de una guerra mediática que no debe distraernos de la que debería ser nuestra preocupación principal, que es la elaboración de un proyecto nacional de desarrollo que nos inserte adecuadamente en la Cuarta Revolución Tecnológica y en las nuevas definiciones del comercio internacional, pero no se puede negar razonablemente que UPM II es un logro inmenso que enorgullecería a cualquier gobierno.
¡Cómo hubieran festejado gobiernos de todos los partidos esta radicación!
Reiteramos que las condiciones, por más que siempre puedan ser mejores, son inobjetables.
Los documentos están todos publicados y el tema ambiental está fuera de discusión. Acaso la mejor definición sobre el tema la dio José Mujica al afirmar, en reiteradas ocasiones, que tiene plena tranquilidad porque de por medio están los finlandeses (“que son los mejores del mundo en la materia”, como constató Berterreche, cotizan en bolsa, y no pueden arriesgarse a pérdidas que los arruinen, porque son cualquier cosa menos «carmelitas descalzas»), en quienes «confía más que en los uruguayos» en esta materia.
Reiteremos: analistas que no son progubernamentales como Jorge Caumont, Hernán Bonilla, Nicolás Lussich e Ignacio Munyo consideraron positiva la instalación de UPM II. En cambio, ningún economista destacado «de izquierda» (no hablo de precandidatos o altos funcionarios) lo ha hecho hasta el momento, aunque también es cierto que ninguno de estos economistas ha hecho ninguna propuesta importante en los últimos años.
Acaso fue por eso que un columnista de Caras y Caretas afirmó lamentar que «la Izquierda haya abandonado la batalla cultural».
Pero la batalla cultural y mediática no ha cesado nunca.
La saga del déficit fiscal
En el marco de la guerra mediática que conlleva el proceso electoral, asistimos a una nueva vuelta de tuerca de la campaña que quiere centrar la discusión económica en el déficit fiscal, iniciada por lo menos en setiembre de 2018. Sobreexponiendo el comportamiento del mismo (que no es bueno, y que además se infla) se pretende ocultar el desempeño de las demás variables de la economía, como el crecimiento del PIB (que aumentará 2% anual), el comercio exterior (las exportaciones aumentaron 19,7% interanual en julio), la inflación y los indicadores sociales, que son mejores, y, por supuesto, no se comparan con la Argentina de Macri y el Brasil de Bolsonaro.
Este énfasis tiene su raíz ideológica en el monetarismo de Milton Friedman, alma máter de la Universidad de Chicago, Premio Nobel de Economía 1976, supuesto defensor a ultranza de la libertad (como su discípulo Ramón Díaz), pero que fue asesor personal del dictador genocida Augusto Pinochet Ugarte, de las dictaduras argentina y uruguaya de los 70, y predicó en los hechos un darwinismo económico y social que fue pregonado, entre otros, por Ernesto Talvi durante la crisis uruguaya de 2002.
Las ciencias económicas tienen como objetivo último mejorar la calidad de vida de la gente, logrando un desarrollo sostenido e inclusivo que se materializa en el Estado de bienestar. Pero para los seguidores de Milton Friedman y Ramón Díaz, como Ernesto Talvi (ahora disfrazado de batllista), tienen por objeto central la disminución de guarismos como el déficit fiscal y la inflación, lo que esconde que sus acciones están orientadas a beneficiar a los grupos más privilegiados, como ocurrió en las dictaduras chilena, argentina y uruguaya de los 70, y en la «década neoliberal» de los 90, con Carlos Salinas de Gortari, Carlos Menem y Alberto Fujimori. Recordemos, además, que todas estas experiencias terminaron en procesos de desindustrialización y sonados fracasos (o explosiones) económicos y sociales.
Por eso se los ha llamado acertadamente «marxistas de derecha» y «dirigistas de derecha», en lugar de neoliberales. Han apoyado las peores dictaduras, y cuando pueden manejan la economía con puño de hierro, de liberales no tienen nada.
Volviendo a nuestra coyuntura, asistimos nuevamente a una polémica sobre la magnitud e importancia del déficit fiscal en la situación económica del país.
Las cifras reales y la polémica
El 31 de julio pasado se publicó un comunicado oficial del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), «Resultado del sector público consolidado a junio de 2019», que informa que «en los doce meses móviles a junio de 2019 el resultado del Sector Público No Financiero se ubicó en -2,3% del PIB, mostrando un deterioro de 0,2% respecto a lo observado en el mes de mayo, explicado mayoritariamente por la recomposición de stock de petróleo y derivados de Ancap. Dicho resultado incluye el ingreso de fondos al Fideicomiso de la Seguridad Social registrado desde octubre de 2018, en el marco de lo previsto en la Ley Nº 19.590, el cual se mantuvo en 1,7% en términos del PIB. El resultado global del Sector Público Consolidado se situó en -3,1% del PIB».
La claridad, rigor y precisión del texto (que a continuación desagrega mucho más la información de soporte) son incuestionables.
Admite una sola lectura: el déficit fiscal (resultado global del Sector Público Consolidado) a junio de 2019 se situó -3,1% del PIB, cifra que excede en 0,1% el límite fijado a los países de la Unión Europea por el Tratado de Maastrich (que es superado largamente por países como Francia y España, entre otros), y por Estados Unidos y China Popular, a los que el FMI no recomienda disminuirlo, como vieron los lectores de Caras y Caretas en los Informes de Consulta del Artículo IV, donde, por el contrario, les aconseja continuar con sus políticas expansivas.
Pero nuestros principales medios de prensa publicaron que «en junio volvió a subir el déficit fiscal y se ubicó en 4,8% del PBI» (equivalente a US$ 2.802,43 millones), afirmando que «los datos difundidos el miércoles por el MEF muestran que en junio el déficit fiscal subió a 4,8% del PIB en el sector público consolidado».
Señalan que el MEF informó que «el resultado global del sector público consolidado» fue deficitario en 3,1% del PIB (US$ 1.809,9 millones), pero que ese 3,1% de déficit «incluye el efecto del ingreso de fondos al Fideicomiso de la Seguridad Social registrado desde octubre 2018 en el marco de lo previsto en la Ley 19.590 (de «cincuentones»), el cual se mantuvo en 1,7% en términos del PIB», que equivale a US$ 992,5 millones.
Agregan que esos números depuran (como corresponde, de acuerdo a los manuales del FMI con los que siempre se ha calculado el resultado fiscal) el efecto del Fideicomiso de la Seguridad Social, que implicó ingresos por única vez por el equivalente a 1,7% del PIB. Esos recursos fueron transferidos de las cuentas en AFAP de los llamados «cincuentones» al fideicomiso que se encargará de pagar una parte de sus pasividades al momento de jubilarse, es decir, a lo largo de varios o muchos años.
Los medios de prensa tratan de afirmar lo que no es: el déficit fiscal en el período cerrado a junio fue -3,1% del PIB y no 4,8%, según los registros llevados de acuerdo a los manuales del FMI.
Decir que es 4,8% por lo que va a gastarse (o no) en el futuro, sería como afirmar -no entendemos por qué el MEF o el BCU no hacen las aclaraciones del caso- que el crecimiento del PIB en 2019 va a ser 2,6% en lugar de 0,6% si computamos ya el 2% del PIB que van a adicionar las obras de UPM II y del Ferrocarril Central.
Por otra parte, no recordamos un clamor similar cuando el primer gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti le dejó a su sucesor Luis Alberto Lacalle Herrera (luego de contar con «viento de cola» y la colaboración económica del Frente Amplio del general Liber Seregni y del Partido Nacional de Wilson Ferreira) un déficit fiscal de 7% y una inflación de 129% (de los que el expresidente blanco siempre se queja), además de una situación patrimonial gravísima en los bancos públicos, comenzando por el BROU, detallada en una histórica carta del presidente saliente del BCU, Cr. Ricardo Pascale.
Habló Azucena y contestó Astori
El jueves 1º, conocido el comunicado del MEF, la economista Azucena Arbeleche, candidata a ministra de Economía de un eventual gobierno de Luis Lacalle Pou, convocó a una conferencia de prensa donde se refirió únicamente al déficit fiscal. Afirmó que es una «cifra muy mala, que viene empeorando […] que el déficit fiscal viene año tras año en una cifra peor, y que el gobierno viene sistemáticamente errando en las proyecciones, que las viene aumentando […] diría que de la advertencia que hacíamos en la campaña pasada, de las luces amarillas sobre las finanzas públicas, hoy estamos en una situación de luces rojas». Sostuvo Arbeleche que «el camino tiene que ser por un gasto más eficiente. Es necesario y es posible generar ahorros, y eso se va a lograr en un primer año» de un eventual gobierno blanco, dijo, evitando hablar de «ajuste fiscal». Agregó que «nuestra propuesta es separar el financiamiento del agujero fiscal con las finanzas públicas, las tarifas públicas tienen que reflejar la eficiencia de las empresas públicas» y que «esta mejora fiscal debe hacerse ya», afirmando que «la actual administración no da absolutamente ninguna respuesta».
Sin embargo, la economista se quedó sin respuesta cuando le preguntaron sobre la reforma de la Caja Militar, que su partido no votó. «Si tanto les preocupa el déficit fiscal, ¿por qué su partido no votó la reforma de la Caja Militar que podía haber bajado ese déficit?», le preguntaron. No supo contestar, balbuceó y cerró abruptamente la conferencia de prensa «porque no tenía más aire».
Hace pocos meses el Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente votaron en contra de la reforma del Servicio de Retiros y Pensiones Militares. En 2011 fue necesario transferir US$ 200 millones a dicha Caja; en 2017, US$ 580 millones; y se prevé que en 2020 se deberán transferir US$ 700 millones.
Arbeleche (1970) estudió en el Colegio The British Schools, es licenciada en Economía por la UdelaR y tiene un Master en Macroeconomía Aplicada en la Universidad de Chile. Fue directora de la Unidad de de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas, donde fue llevada por Carlos Sténeri, designado a su vez por el ministro Astori, entre 2010 y 2014. Fue docente de la UdelaR, la Ucudal y la Universidad de Montevideo.
El mismo jueves 1º, el ministro Astori respondió a Arbeleche, afirmando que su propuesta para bajar el déficit fiscal «es irrealizable». «Están proponiendo rebajar US$ 900 millones con la disminución de funcionarios en áreas en las que ellos mismos dicen que no van a disminuir. Estoy hablando de la enseñanza, salud y seguridad. Es irrealizable, no cierran ni siquiera los números del programa a través del cual proponen ahorrar eso», afirmó Astori en declaraciones a TNU.
«Por supuesto que hay que reducir el gasto y ser austeros en la medida de lo posible, pero tampoco se trata de perder los avances que Uruguay ha tenido a lo largo de estos 15 años de gobierno», agregó.
Astori afirmó que «teme que un gobierno del Partido Nacional recurra a recortar conquistas que se han logrado y que Uruguay no merece perder y el pueblo uruguayo mucho menos», y que la previsión oficial es que, cuando esta administración termine, el déficit fiscal sea 3,8%.
Azucena Arbeleche respondió a su vez que las «descalificaciones» de Astori son «razonables y coherentes», «porque el ministro y su equipo no han sido capaces de ahorrar en todo este tiempo […] lo irresponsable es no haber contenido el gasto».
La eventual futura ministra no habló de UPM II, ni del comercio exterior, ni mucho menos de su reducción de erogaciones estatales (no le llama ajuste fiscal) de US$ 900 millones a través de una ley de urgencia muy anunciada pero cuyo contenido no se conoce.
El déficit fiscal a junio fue 3,1%, y UPM II constituye la mayor inversión recibida en la historia del Uruguay, y lo fortalece en todos los frentes.
La economía sigue contractiva y el desempleo azota a los más vulnerables.
Lo sorprendente es que estas realidades no sean puestas sobre la mesa, en particular por parte de mandos medios y altos del gobierno.
Pero la verdad sigue siendo la única realidad.
Perspectivas de crecimiento en la región
Uruguay, cuya actividad económica creció 1,6% en 2018, completando, según el reciente informe de Cepal «Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019», «16 años de crecimiento económico positivo, lo cual constituye un récord en la historia del país», crecerá 0,6% de su PIB en 2019 y 2,6% en 2020. Según Cepal, Argentina (que cayó -2,5% en 2018), caerá -1,8% en 2019; en tanto Brasil (que creció 1,1% en 2018), crecerá 0,8% en 2019.
El Riesgo País de Uruguay es 173 puntos básicos (o sea, que si toma deuda en los mercados debe pagar una sobretasa de 1,73%), en tanto que el de Brasil es 235 y el de la admirada Argentina de Macri, 902. Eso en el caso de que los mercados le prestaran, lo cual no ocurre. Sólo el FMI lo hizo y seguramente ya no lo volverá a hacer.
El martes 6, la agencia calificadora Moody´s ratificó el Grado de Inversión a Uruguay, manteniendo la calificación Baa2 y una «perspectiva estable» para su economía.
Lavagna critica a Macri, que aumenta el agujero fiscal argentino
En la majestuosa apertura de la Muestra Anual de la Sociedad Rural Argentina (el más poderoso grupo económico y de presión del vecino país), el presidente Macri renovó sus votos con los poderosos anunciando la eliminación de las últimas «retenciones» que quedaban, las que habían sido exigidas por el FMI. Aumenta así el agujero fiscal que, al igual que en la Administración Trump, se incrementó con una reforma para beneficiar al 0,01% de la población mientras la pobreza llegó al 35% y el hambre cunde en el granero del mundo. El agro es el único sector que creció, nada menos que 49,5% interanual a junio. Macri restableció el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, otra vez en la persona de Miguel Etchevehere.
El exministro peronista Roberto Lavagna (2002-2005), artífice de la reconstrucción y del mayor período de crecimiento de Argentina en 50 años, candidato presidencial minoritario en las elecciones de octubre próximo, se pronunció duramente contra el actual gobierno señalando que “la política económica de Macri falló desde el primer día”.
Consultado sobre las medidas a tomar afirmó que «lo primero, subir el consumo poniendo dinero en el bolsillo de la gente (y que eso se logra) subiendo el salario mínimo, indexando los créditos personales con los salarios y no con las variables financieras, reduciendo cargas fiscales sobre los sueldos más bajos… ese dinero iría a la demanda, no a la especulación. Simultáneamente, debemos estimular la inversión bajando impuestos» y que «hay que modificar el acuerdo con el FMI, como se cambió en 2002. Debemos recuperar el concepto de país soberano».