Columnas de opinión.
Autor: Ana Laura de Giorgi
Nos siguen llegando rubios
La división sexual del trabajo y la reactivación colonial en Upm 1.
Una de las clásicas estrofas de un tema icónico interpretado en nuestro país por Los Zucará dice: “Hoy en pleno siglo XX, nos siguen llegando rubios, les abrimos la casa y les llamamos amigos”, mientras que “si llega cansado un indio de andar la sierra, lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra”. Tiene una vigencia dolorosa, aun cuando muchos puedan decir que es un tema sesentista, aludiendo a un supuesto anacronismo en la interpretación que propone.
Sin embargo, nos siguen llegando rubios, en pleno siglo XXI, y les abrimos la puerta con unas condiciones absolutamente desiguales según las cuales unos, los rubios, la inversión extranjera, explotan y sacan rédito de unas tierras y recursos que no son de ellos, pero de las que sí pueden disponer como no lo hacen los otros, los locales. Las plantas de Upm son un muy buen ejemplo de ello.
La canción se titula “La maldición de Malinche”, porque denuncia y rechaza la traición de los propios locales que entregaron la tierra y la cultura al conquistador. La traición es la de Malintzin (bautizada luego como Marina), aquella “amante” de Hernán Cortés que ofició como traductora, dándole la espalda a los suyos. Aquí sí es necesario realizar un ajuste interpretativo gracias a la relectura que realizó el feminismo mexicano de este relato: la Malinche fue entregada junto con las tierras y fue una de las tantas esclavas ofrecidas por las jerarquías locales. La traición es la de aquellos que entregaron al hombre blanco tierras y mujeres para perpetuar un sistema de privilegios. Tal vez esta mirada puede resultar exagerada en una primera aproximación, pero si volvemos a la experiencia de Upm Fray Bentos podremos constatar su pertinencia.
Resulta imprescindible analizar el proyecto de Upm desde una perspectiva que analice las consecuencias racistas y sexistas de este emprendimiento, publicitado como impulsor del “desarrollo”, para comprender que los cuestionamientos actuales respecto a Upm 2 trascienden las preocupaciones referidas a las consecuencias medioambientales o al modelo de inserción internacional. Ante el proceso de instauración de Botnia entre 2005 y 2007, se produjeron una serie de transformaciones en lo económico, social y cultural.
La construcción de la planta requirió de un contingente muy importante de trabajadores que se desempeñaron directamente en la construcción de la fábrica, sumado a todos aquellos que pasaron a cumplir funciones en servicios auxiliares dentro de la planta. El propio nombre, “megaemprendimiento”, da cuenta de la envergadura de esta apuesta en una ciudad como Fray Bentos, con una población de casi 25 mil habitantes. En el proceso de construcción arribaron a la ciudad personas de distintos lugares del país y del extranjero. Los datos no son exactos, pero se estima que, en el período indicado, más de 5 mil personas arribaron a la localidad, en su mayoría varones.
El emprendimiento implicó no sólo un aumento en las fuentes laborales, la circulación de dinero y personas que activaron la economía local, y la posibilidad de contar con técnicos y expertos que mejoraban los índices de capital humano –aspectos que suelen ser mencionados en los programas de desarrollo–, sino que también produjo otras transformaciones, entre ellas la de una masculinización del territorio a partir del enorme contingente de trabajadores varones.
De forma similar a lo sucedido en otros megaemprendimientos a nivel regional que concentran a la población trabajadora masculina, en Fray Bentos también se reconfiguróo se fortaleció la división sexual del trabajo. Un número muy importante de mujeres pasó a desempeñarse como cuidadoras, niñeras, maestras, enfermeras, cocineras, secretarias y trabajadoras sexuales. Todas estas son tareas feminizadas, menos pagas que las de los varones, asociadas más al trabajo reproductivo (mal pago o impago) que al trabajo productivo. La población trabajadora femenina se concentró en los sectores de limpieza y de gastronomía. El servicio de salud se expandió a niveles importantes, pero no orientado a cualquier rubro de atención, sino en lo que refería directamente a la planta. El trabajo sexual también fue uno de los rubros que empleó exclusivamente a mujeres, el aumento de lugares de servicios sexuales fue exponencial en dicho período, fenómeno que aparece y se reconoce como consecuencia principal de la gran masculinización del territorio.
El movimiento en la localidad de Fray Bentos, producto del gran número de personas que en muy poco tiempo arribaron a la zona en busca de oportunidades de trabajo, no sólo intensificó la llamada división sexual del trabajo a través del reparto de tareas entre varones y mujeres, sino que también implicó cierta reactivación de lo que podría denominarse “relaciones coloniales”. La instauración de los mencionados megaemprendimientos suele estar acompañada de una participación directa y activa de unos extranjeros en particular: los “gringos”.
Algunos llegaron con familia, otros en grupos, pero el mayor porcentaje arribó solo, a tierras totalmente distintas a las de su origen, con dinero suficiente para poder adquirir lo que quisieran mientras fuera intercambiable en el mercado local de la ciudad de Fray Bentos. Rubios, fornidos, galanes y adinerados invadieron las calles desplegando su seducción. El gringorepresentó un modelo de hombre avanzado, trabajador, que aseguraba el progreso. Un nuevo príncipe azul que permitía el ascenso social, la posibilidad de “salir al mundo” y la de tener una descendencia rubia. Todo un mecanismo de expectativas se generó con la posibilidad de un matrimonio con los gringos, que aseguraba el acceso a un mundo culturalmente desarrollado y al blanqueamiento de sangre: menos caras pardas y más rubios.
La tierra, como las mujeres, continúa siendo objeto de los hombres. El trabajo sexual, que crece exponencialmente con estos megaemprendimientos, es su máxima expresión, pero la configuración racial y sexista es más general. Esto no implica desconocer el aumento de las fuentes laborales ni la agencia de las mujeres en sus decisiones laborales y sexoafectivas, pero sí resulta necesario reconocer que la división sexual del trabajo y el fortalecimiento de la racialización de las relaciones sociales son componentes centrales de un funcionamiento que aparece como natural cuando no lo es. Nos siguen llegando rubios, pero esto no es la maldición de la Malinche, es la de un capitalismo patriarcal y racista.
* Esta nota fue elaborada a partir de los resultados de investigación de la monografía de grado de Victoria Rodríguez titulada: “Mujeres que parieron los hijos de Botnia. ¿Desarrollo para quién? División sexual del trabajo luego de Upm Fray Bentos”, de la Facultad de Ciencias Sociales, bajo la supervisión de la doctora Ana Laura de Giorgi.