carga troncosUPM 2: entre la Salvación y el Apocalipsis

Una política llevada por siete gobiernos de tres partidos diferentes convierte a Uruguay en un gigante de la celulosa

El martes la empresa UPM de Finlandia confirmó que construirá una nueva fábrica de celulosa en una zona franca de 350 hectáreas sobre el río Negro, en el departamento de Durazno, frente a Paso de los Toros.

Los finlandeses desembarcaron en Uruguay a partir de 2001, durante el gobierno de Jorge Batlle pues, como dijeron él y su vicepresidente, Luis Hierro, “salieron corriendo” de Entre Ríos, Argentina, por los pedidos de “comisiones”.

 

La nueva fábrica de celulosa, que funcionaría desde fines de 2022, será la tercera puesta en marcha o aprobada durante gobiernos del Frente Amplio, después de las de Botnia en Fray Bentos (2007, adquirida por UPM en 2009) y Montes del Plata en Conchillas (2014).

Representa la madurez definitiva de la industria forestal, y el triunfo de una política de Estado, que se cumplió contra viento y marea desde la ley de 1987, reglamentada en los años siguientes, junto a otras leyes que permitieron crear zonas francas, la producción privada de energía eléctrica o la desestatización de servicios portuarios.

Esa política nacional fue respetada por siete gobiernos consecutivos, de tres partidos diferentes, y sobrevivió a un largo conflicto fronterizo y comercial con Argentina, que incluyó el corte entre 2006 y 2010 de un puente binacional sobre el río Uruguay.

Con subsidios decrecientes, desde 1990 se plantaron más de un millón de hectáreas de eucaliptos y pinos con fines industriales, el 5,5% del territorio nacional. (El área de prioridad forestal, tierras de menor calidad relativa, suma cuatro millones de hectáreas).

Esta agroindustria, que produce celulosa, placas, tablas, madera en bruto o en chips, químicos y cerca del 20% de la energía eléctrica nacional, se convirtió en el principal exportador, con ventas por casi US$ 2.200 millones en 2018, por encima de las carnes, granos y lácteos.

La nueva inversión de UPM sumará unos US$ 3.000 millones: en la fábrica, en un puerto en la bahía de Montevideo y en mejoras en el área de Paso de los Toros. Será la inversión privada más grande de la historia moderna de Uruguay, sólo superada por el sistema ferroviario de 3.000 kilómetros montado a fines del siglo XIX.

Las obras contribuirán a reanimar una economía estancada, estimularán el empleo y crearán muchos miles de puestos de trabajo permanentes, directos e indirectos, en torno a la logística, los insumos y los servicios.

La fábrica produciría químicos, energía eléctrica con desechos forestales (biomasa) y 2,1 millones de toneladas anuales de celulosa (ampliable hasta 10%): 62% más que la de Fray Bentos, y 50% más que la sueco-chilena Montes del Plata. Colocará a Uruguay entre los principales exportadores mundiales de celulosa, detrás de Brasil, Canadá y Estados Unidos, y a la par de Indonesia, Chile, Finlandia y Rusia.

Se abastecerá de los bosques del Centro y Este del país. UPM ya cuenta con 157.000 hectáreas forestadas en Uruguay, y otra superficie similar en sociedad con unos 600 productores rurales.

El acarreo de madera bruta significará entre 500 y 800 viajes de camiones cada día. Se habilitarán nuevos puentes sobre el río Negro, empezando por uno cerca de San Gregorio de Polanco; y se reforzarán la ruta 5 y sus transversales rumbo a áreas ahora desiertas como Km 329, Cerro Chato y el caserío Arévalo.

La voluminosa producción de celulosa, que se exportará a China y Europa, irá en ferrocarril hasta Montevideo. El Consorcio Grupo Vía Central (las uruguayas Saceem y Berkes, la española Sacyr y la francesa NGE), reconstruye el viejo Ferrocarril Central con un contrato de inversión público-privada. Una subsidiaria de UPM proporcionará y manejará locomotoras y vagones.

El área de Paso de los Toros tendría su cuarta era de prosperidad, después del arribo del ferrocarril en la década de 1880, la inauguración del primer puente carretero sobre el río Negro en 1929, y la construcción de la central hidroeléctrica de Rincón del Bonete entre 1937 y 1948. Sería una versión criolla, más modesta y templada, del municipio de Lappeenranta de Sorjonen.

Los departamentos de Tacuarembó y Durazno, que un siglo atrás eran habitados por casi el 9% de la población uruguaya, hoy sólo reúnen el 4,5% debido a la depresión económica y la emigración.

El río Negro tiene períodos de grandes floraciones de algas: por el escaso movimiento de sus aguas debido a tres represas, y por abundancia de nutrientes, como fósforo y nitrógeno, por la agricultura y los detritus humanos y ganaderos.

Pequeños sectores nacionalistas, de izquierda y derecha, antiglobalización y anticapitalistas, anuncian el Apocalipsis respecto a la tierra, el agua, la producción tradicional, el sistema de enseñanza, la soberanía y muchas otras cosas por la proliferación de eucaliptos y plantas de celulosa.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 26 julio 2019