El aviso de la naturaleza
La irrupción de las cianobacterias este verano debería convertirse en un mojón a partir del cual comenzar a discutir seriamente sobre el cuidado del medioambiente. No es solo el tema del agua lo que está en juego sino algo mucho más preciado: la propia naturaleza del Uruguay.
La presencia de las algas verdes en la costa este verano marca las contradicciones de un Estado ineficaz y la carencia de políticas públicas articuladas para cuidar en serio nuestros recursos naturales. No se trata de un llamado romántico de volver a la época de las cavernas y del buen salvaje donde la naturaleza proveía al hombre de lo que necesitaba. Se trata de poner inteligencia para potenciar la matriz productiva sin liquidarla por ubicar la carreta del rendimiento económico inmediato por delante de los bueyes.
La producción agropecuaria debe crecer, pero no en detrimento del turismo y mucho menos de la salud de la población y de la naturaleza misma.
Este verano colisionaron dos áreas fundamentales de nuestra economía: la agropecuaria y el turismo. Producto de la carencia de controles ambientales coordinados y firmes, los balnearios se vieron afectados por las floraciones de cianobacterias. El tema no tuvo la trascendencia que merece porque el verano pasa rápido y ni al gobierno nacional ni a las intendencias les interesa que se difunda el enorme problema que se esconde detrás de las aguas contaminadas.
El tema es cómo seguir de ahora en más. ¿Mirando para el costado? ¿Relativizando la situación? ¿Dejando a los expertos hablando solos? Es demasiado lo que está en juego y el desafío que representa para Uruguay el problema que explotó este verano.
¿Tiene sentido tener un ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca por un lado y un Ministerio de Medio Ambiente por otro? Parecería que por el propio devenir del desarrollo productivo y humano, las áreas relacionadas con el medioambiente deberían estar a la par que las políticas públicas de la producción agropecuaria, la industria y hasta la salud pública. Está todo relacionado y el problema no se puede abordar desde compartimentos estancos. La burocracia debe estar a la altura del problema y por lo pronto los políticos deben asumirlo.
La campaña electoral es un buen momento para percibir la sensibilidad de los partidos. Son tiempos en que se discuten agendas que poca gente lee, pero que de todos modos permiten apreciar si hay comprensión de los tiempos que nos toca vivir.
Durante muchos años quienes advirtieron sobre estos temas eran vistos como los locos de la colina gritándole al viento sus verdades. Es el caso del investigador Daniel Panario, doctor en Tecnología Ambiental y Gestión del Agua, quien en una entrevista para Galería fue muy claro: “Es que estamos en una especie de partido único en relación con los temas ambientales. De lo contrario sería un tema de campaña, pero no lo es. A ninguno le importa mucho. Curiosamente no aparece en los programas de los candidatos (…) Los políticos que tenemos no se han puesto a estudiar la problemática al día de hoy”.
El cuidado real de los recursos y la naturaleza es una tendencia que comienza a ser tema prioritario entre las generaciones de nuevos votantes en todo el mundo. Linda oportunidad para ver si los políticos están a la altura de las circunstancias.
Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 19 febrero 2019