El "rey de la soja", que revolucionó la agricultura en Uruguay, anticipó el salto tecnológico que cambiará todo
El empresario agroindustrial Gustavo Grobocopatel anticipó los avances tecnológicos que se esperan a futuro y que ya están en marcha en el campo.
El empresario agroindustrial Gustavo Grobocopatel, considerado "el rey de la soja" y uno de los que revolucionó la agricultura uruguaya a través de Agronegocios del Plata (junto con otros empresarios argentinos del rubro) anticipó los avances tecnológicos que se esperan a futuro en el campo. Grobocopatel mencionó como ejemplo que el uso de robots para inyectar semillas, la captura física del nitrógeno del aire, podrían revolucionar la productividad agrícola. En este proceso será clave el rol de las organizaciones y las instituciones para difundir y potenciar estas tecnologías.
No obstante, enfatizó en la necesidad de que se apruebe una ley de semillas con regulaciones adecuadas para promover el desarrollo del agro.
En el congreso de Aapresid, el fundador de Los Grobo se refirió al propósito de los desarrollos tecnológicos, que se pueden utilizar en otros sectores de la producción, no solo en el agro. Precisó que todos los avances deben estar orientados a la autonomía, salud y solidaridad, que son aspectos clave para lograr una sociedad más próspera.
Antes de relatar algunas experiencias en instituciones del extranjero, aclaró que no es muy creyente de hablar del futuro, sino que es una construcción del presente.
Los cambios tecnológicos en marcha
“Todo lo que podemos explicar es algo que ocurre en distintos niveles de avance. Hay algunos que son movilizadores y que pueden dar una pista sobre el presente proyectado. Hace algunos años visité el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), conocí a un inventor de inyector de semillas, él me preguntaba para qué sirve un inyector de semillas. Como todos los científicos hacen cosas que no saben para qué sirven… En realidad, este inyector de semilla inyecta tan rápido la semilla que no se ve el orificio. Uno empieza a pensar que si uno empieza a inyectar la semilla, uno necesita un tajo en el suelo y que no se necesita tracción, tampoco maquinaria pesada o resistente, porque si no se necesitaría maquinaria para hacer una extracción, sino una forma de que funcione la maquinaria agrícola”, comenzó a narrar.
De esta forma, podrían ser decenas de robots en un campo que anden a 60 kilómetros por hora. “¿Se imaginan un campo lleno de robots que van inyectando semillas y no hay necesidad de tener maquinaria grande? Uno podría hacer agricultura entre los montes, no en los nativos, en las sabanas, los cerrados, nada más. Esos robots inyectaron semillas listas para usar que tienen una carga de microorganismos, rizobios, bacillus, pseudomonas, productos gomosos que le permitan a esa semilla nacer con más facilidad y crean un ambiente alrededor de la semilla para que crezca más rápido”, relató.
En el MIT hay un laboratorio que trabajaba sobre la idea captura del nitrógeno del aire de forma física, no a través de los microorganismos, por lo que se podría pensar qué pasaría si estos llevaran los organismos arriba donde inyectan los robots: se abarataría el costo del nitrógeno, planteó Grobocopatel.
“Ya pasaría a no ser escaso el nitrógeno. Esto en temas generales es una productividad enorme. Esto quizás logre un salto importantísimo en la productividad. Esto requiere de cosas que enciendan la chispa, como fue la revolución verde, Norman Borlaug. En realidad fueron los productores de la India los que encendieron la chispa, o la segunda revolución y la convergencia tecnológica de la siembra directa, donde con Aapresid y sus locos líderes que encendieron la chispa”, ejemplificó.
“La robotización es un cambio disruptivo en el sistema de mecanización, ya no es el reemplazo del hombre, es el de los tractores, la maquinaria”, agregó.
Esto puede servir para capturar información metro cuadrado por metro cuadrado, digitalizar esa información, procesarla con inteligencia artificial y tener resultados online sobre la utilización de determinadas tecnologías en el propio campo.
“Es digitalizar todo el proceso de la logística de los granos. Hay que agregarle los avances tecnológicos de la carne artificial, el cultivo de algas y la fotosíntesis en el mar. Esto, que geográficamente ocurre en la pampa o en los valles, puede acontecer en las ciudades”, subrayó.
Es muy probable que estos procesos tecnológicos se aceleren. “Hace poco tiempo visité el Instituto Weizmann de Ciencias de Israel y tuve una larga conversación con quien fue uno de los inventores de la computación cuántica. Parece que ya no va a haber tres dimensiones, va a haber 10 dimensiones y la velocidad del tratamiento de las 10 dimensiones para analizar determinadas cosas va a ser 100 veces más veloces, pero hay herramientas que van a generar saltos disruptivos en lo que hemos visto. La tecnología en sí mismo requiere de mecanismos que la difunda, no se mueve, ese mecanismo son las organizaciones”, advirtió.
Grobocopatel dijo que es imprescindible que las organizaciones generen los mecanismos para que esto se difunda y que el futuro de la agricultura incluya el futuro de las instituciones.
En este marco, señaló en relación a Argentina: “Es muy difícil que esto se difunda si no hay una ley de semillas. Hasta ahora pensamos que, al no haber una ley de semillas, es una ventaja para el que no paga y una ventaja para los semilleros que se las arreglan para cobrar de una manera, pero nadie piensa en estas leyes como un actor que va a ser el disruptor en un negocio. Es una ley que permitiría agrandar enormemente la torta y que se distribuya de una manera que va a contribuir a abrir… si no pensamos en instituciones es muy difícil que estas cuestiones tecnológicas prosperen”.