Otros números
La mayoría de los precios de los principales productos han tenido caídas respecto al año pasado, medidos en dólares. El clima juega a favor, pero los mercados no.Comienza un nuevo ciclo productivo con una primavera que promete mucha agua, luego de la histórica sequía que sufrió el país en el ciclo previo.
Por el lado del clima, las noticias son buenas, a pesar de los resquemores lógicos por eventuales excesos de lluvias. Ya se han dado inundaciones con evacuados, y puede haber daños de infraestructura urbana y rural. Además, los cultivos de trigo y cebada -que hasta ahora vienen muy bien- pueden verse afectados si la humedad es excesiva entre octubre y noviembre. Pero siempre es mejor que llueva a que no llueva.
Los que vienen con un sesgo claramente bajista son los precios, y el escenario es bastante generalizado, con algunas excepciones que confirman la regla. En el cuadro adjunto se comparan precios de hoy con los de hace un año, en promedio, en los principales productos del agro. Los descensos van de 7 a más de 20%. Hay excepciones como el maíz, por la escasez interna (por la seca) y una demanda local importante. Para el resto de los productos la baja es notoria.
¿Qué factores en común pueden estar detrás de esta tendencia? Al mirar la economía global, hay cierto consenso en la preocupación por la situación en China, que incide directa o indirectamente en buena parte de los mercados. Los indicadores que diariamente surgen del desempeño económico chino en los últimos meses han reflejado una situación de notoria menor dinámica, de tal manera que el gobierno chino ha implementado una serie de medidas para promover la reactivación económica, particularmente por el lado del crédito y las tasas de interés. El hecho de que la inflación en China esté en niveles bajísimos (incluso con algunos meses de deflación) es un síntoma de actividad débil. En este contexto, el yuan se ha devaluado a mínimos de muchos años respecto al dólar.
China seguirá siendo un factor de dinámica en la demanda de productos en los agronegocios, pero seguramente no con la firmeza que hubo en las décadas previas, y con otros precios. Por otro lado, nuestro gigante vecino de los agronegocios, Brasil, mantiene una expansión en sus producciones que eleva la oferta en muchos de los principales mercados globales de alimentos, obviamente presionando los precios. Esto se ve en mayor medida en los granos pero también en la carne vacuna y otras carnes.
Además de China y Brasil, y su gravitación en los principales mercados de alimentos y productos agroindustriales, hay que incorporar que la economía global (en especial sus principales países) ha procesado aumentos en la tasa de interés para combatir la inflación, lo cual tiene su costo en materia de crecimiento y demanda. Lo de China es parte de este escenario, a lo que hay que sumar la UE, que además carga con las incertidumbres y costos de la guerra en Ucrania.
Junto a la baja de precios de productos, también se ha dado una baja en el precio de varios insumos. Notoriamente hay un descenso en el precio de los fertilizantes, particularmente los nitrogenados, que tienen particular incidencia en los costos de cultivo de los cereales (en menor medida en la soja). En las últimas semanas China restringió las exportaciones de urea, lo que hizo que el mercado mostrara una suba, pero de todas maneras los valores son notoriamente inferiores al año pasado.
También hubo bajas de diversa magnitud en los valores de varios agroquímicos de uso en la agricultura. En el cuadro adjunto se presentan algunos datos incluidos en las estimaciones de costos que hace la Sociedad de Fomento de Colonia Valdense (Sofoval).
Sin embargo, otros insumos como la semilla han tenido aumentos, en especial para cultivos de verano. Esto es en parte consecuencia de la sequía que afectó Argentina, que es el gran proveedor regional.
Por otra parte, volviendo al escenario global, el petróleo está mostrando un aumento en el mercado internacional, en respuesta a los recortes de producción que definió la OPEP y otros importantes productores, como la propia Rusia. De tal manera que los combustibles, que venían en una senda de caída respecto a los altos precios del año pasado, tocaron un piso y han comenzado a subir también en el mercado local uruguayo. En la medida que se acercan las cosechas y siembras de muchos cultivos, esta no es una buena noticia. De todas formas, al día de hoy el gasoil está 8% debajo de su nivel de un año atrás (en el cuadro está el precio al público, pero cabe agregar que muchos grandes consumidores pagan valores inferiores).
De dólares a pesos.
Todas estas comparaciones se hacen tomando los precios en dólares, como se denominan habitualmente en los agronegocios. Pero -se sabe- también el propio dólar está cayendo, en torno a 7% en el último año. De manera que en pesos uruguayos -la moneda en que se pagan los salarios, impuestos, tasas y varios servicios de la producción-, la caída anual en muchos precios está más cerca de 30 que de 20%. La inflación ha bajado, por suerte, pero aun así es apreciable (4,1% anual, último dato). De tal manera que en valores reales la caída en los precios de muchos productos en el último año supera el 30%. Dicho de otra manera, hay que producir cerca de 30% más para cubrir los mismos costos y servicios no transables que el año pasado.
Ciertamente, es una circunstancia difícil, aunque hay que recordar que veníamos de un escenario de precios particularmente buenos, en general. El problema es que los costos locales tienen una inercia y rigidez que no la tienen los mercados externos para los agronegocios; donde subas o bajas fuertes son habituales. En los costos locales, salvo crisis o recesiones agudas, los precios se mueven lento y, en general, al alza.
Al comparar la actividad efectiva en los distintos sectores, parece configurarse un escenario más optimista en la agricultura que en la ganadería. Los granos van por la recuperación post sequía, mientras en el sector ganadero no es claro el escenario de precios, y la preocupación aumenta, además, por los cambios que se vislumbran en la industria frigorífica. Con la caída de precios en el ganado gordo, los márgenes en los corrales y buena parte de las invernadas se han estrechado o desaparecido, lo que -de no cambiar el escenario- derivará en menos producción.
Y si en el campo hay preocupación, en las agroindustrias es aún mayor, por la sencilla razón de que la estructura de costos locales es bastante más pesada. Es que el atraso cambiario -esta divergencia entre los costos locales y los precios internacionales-, se hace más difícil de sobrellevar cuando la incidencia del trabajo local es mayor en el negocio. Y notoriamente pasa eso más en las Industrias que en el propio campo, salvo excepciones que confirman la regla. Los problemas de competitividad, en el fondo, se traducen en problemas de empleo.