Forestales: desiertos habitados
El paradójico impacto de la forestación en la fauna.
Los predios forestales, que implican la plantación de un bosque de monocultivo, han sido adjetivados como “desiertos verdes”. Un grupo de investigadores de la Universidad de la República se propuso evaluar cómo impacta la forestación en aves y mamíferos de nuestro país y encontró resultados sorprendentes.
Escribe: Leo Lagos enInvestigación científica | Foto: Gastón Gerpe
Cuanto más tiempo se toma uno para analizar un tema, más complejo se hace. Eso no es nada nuevo, y la observación podría remontarse hasta el manido “sólo sé que no sé nada” socrático. La forestación no escapa a esta regla: si bien los predios forestales han sido denominados “desiertos verdes” por quienes se oponen a ellos, entendiendo que provocan tal alteración del ambiente y el sistema productivo que alejan tanto a la gente como a la fauna, hace falta investigación para comprender qué es lo que está sucediendo en nuestro país, que, según un informe de Uruguay XXI, ha pasado de 200.000 hectáreas forestadas en la década del 90 a más de un millón en 2013.
En el artículo “Forestación en pastizales de Uruguay: efectos sobre la diversidad de aves y mamíferos a escala de rodal y del paisaje”, publicado el año pasado en la revista Ecosistemas por los investigadores Alejandro Brazeiro, Alexandra Cravino, Pablo Fernández y Federico Haretche, del Grupo Biodiversidad y Ecología de la Conservación del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, se señala que dado que “existen dos plantas de pasta de celulosa funcionando en el país, un proyecto de instalación de una tercera, y precios crecientes de la pasta de celulosa en el mercado internacional, se ha proyectado que la superficie forestal llegaría a dos millones de hectáreas en 2030”.
En ese contexto, los científicos creen que “para promover la conservación en el largo plazo a escala de paisaje” –es decir pensando no sólo en la zona forestada sino también en todo lo que la rodea, sean praderas, cultivos, bosques nativos, etcétera– son necesarias “áreas protegidas en los sitios prioritarios para la conservación, pero también matrices productivas amigables con la vida salvaje, que permitan mantener la conectividad y diversidad a escala del paisaje”.
Por ello se propusieron estudiar cómo afectaba la forestación a la biodiversidad de aves y mamíferos en cinco paisajes de tres kilómetros de radio forestados entre 13% y 39% con eucaliptos, convencidos de que “la búsqueda de la sustentabilidad del sector forestal es un fuerte desafío, tanto para la autoridad ambiental de Uruguay como para las empresas forestales”, ya que la mayoría apunta a la producción responsable y la certificación forestal.
En el Congreso Uruguayo de Zoología realizado en diciembre de 2018, Alexandra Cravino presentó los resultados de esa investigación sobre el impacto de la forestación en los mamíferos autóctonos de mediano y gran porte. Al escucharla uno no deja de pensar en la frase que inicia esta nota: el tema es complejo y cuanto más se profundiza, más se aleja uno del simplismo de decir “forestación sí” o “forestación no”. Sorprendido por los resultados del trabajo del grupo, enseguida pactamos una entrevista.
La escala local: mulitas en apuro
Cravino está preparando su tesis de maestría y doctorado con el impacto de la forestación en mamíferos de mediano y gran porte. Sin embargo, en el Grupo Biodiversidad y Ecología de la Conservación aprovecharon el convenio de Montes del Plata con la Universidad de la República para investigar qué pasaba también con las aves e incluso con las especies de mamíferos invasoras, como el jabalí y el ciervo axis. Para ello comenzaron a colocar cámaras trampa en predios de la forestal en el año 2011, y además recolectaron fecas y registraron huellas.
Antes de comenzar a hablar de los impactos observados, Cravino hace una par de puntualizaciones medulares: “Tratar a la forestación, que es un ciclo, como algo estable es un error. Y por otro lado, no es lo mismo ver lo que pasa a escala local que lo que pasa a escala paisaje”.
La investigadora señala que a escala local “la forestación es un cambio en el medioambiente, una modificación en la que pasás de una pradera a un monocultivo”. Al comparar lo que sucede en esa escala pequeña del predio estrictamente forestado con lo que pasa en las praderas circundantes, los datos que obtuvieron son preocupantes: “En la escala local registramos una pérdida de diversidad de medianos y grandes mamíferos de 30%”. Ese guarismo es más que un número: la pérdida de 30% de diversidad de mamíferos quiere decir que no se observan en el predio forestado cuatro especies de mamíferos: “La mulita [Dasypus septemcinctus] desaparece, y también afecta a herbívoros como el guazubirá y el carpincho, y al gato montés, que es un especialista del bosque”.
Mirando la cámara
Entre marzo de 2015 y abril de 2016 el grupo colocó cámaras trampa en cinco predios de la forestal Montes del Plata. Aquí algunos de los datos obtenidos:
344.044 fotos obtenidas por las cámaras trampa
3.843 fotos de mamíferos de mediano y gran porte
20 fotos de especies que potencialmente deberían estar en la zona
17 especies registradas
14 especies nativas registradas
Para la bióloga, la desaparición de la mulita a escala local podría deberse a que ese animal “es más especialista de praderas, y, al verse reemplazado su ecosistema, podría estar potencialmente amenazada por la forestación”. Cravino elige sus palabras cuidadosamente, y como no le gusta que nada quede fuera de contexto, agrega: “Preferimos decir ‘potencialmente amenazada’ porque no estudiamos qué le pasa a la mulita con la agricultura, que también afecta a la pradera, o qué pasa con cualquier desarrollo, incluso en casos de ganadería intensiva. Esto nos da un pantallazo de qué puede pasar con la mulita si la pradera pasa a dedicarse a la forestación”.
En nuestro país esta comparación con la biodiversidad de la pradera es más que relevante, ya que, como explica la investigadora, “es interesante tener en cuenta que tanto en Uruguay como en Argentina no se desforesta para forestar.” Esta particularidad hace que sea muy difícil comparar estudios de biodiversidad de otros países “que miran la fragmentación del bosque porque se tala para forestar. En nuestro país lo que se está perdiendo es la pradera, y por eso tal vez en donde más se note sea en las aves de pradera, porque hay muchas más aves especialistas de praderas que mamíferos de pradera”.
Gatos monteses. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
Gatos monteses. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
Con la forestación, las aves parecen llevarse la peor parte. En el artículo el grupo científico divulgó el impacto sobre estos animales a nivel local: “La sustitución de pastizales por plantaciones forestales generó un impacto local negativo en las aves, reduciendo 68% su riqueza”, dice. Cravino reflexiona sobre el hallazgo de sus colegas: “En el caso de las aves, las especies de bosque no están afectadas. Las que usan la forestación son las que son generalistas. Las que sí están afectadas son las que son especialistas de pradera”. Suena lógico: si vuela la pradera, vuelan las aves que se especializaron en vivir en ellas. Pero una vez más: si en lugar de forestar la pradera se transforma para producir soja o ser destinada al ganado, ¿las aves especialistas de pradera seguirían allí?
No todo es lo mismo, dice el tatú
Pero así como hay distintos tipos de praderas y los investigadores evaluaron tres (baja, media y alta-rocosa), también hay dos componentes distintos en la forestación: el rodal, es decir donde están los árboles plantados propiamente, y los cortafuegos, pasajes de varios metros que separan los rodales y que son obligatorios para evitar que los incendios arrasen con todo. Cuando se realiza esta distinción, el tema vuelve a complejizarse.
“Lo que vimos es que los cortafuegos eran muy usados por bichos que no usan el rodal en sí. Encontramos registros en horas fijas, únicas, lo que indica que son sitios de pasaje”. ¿Y qué es lo que capturaron sus cámaras que toman fotografías de forma automática? “Normalmente al crepúsculo y al atardecer, que es cuando nuestros animales son más activos, tenemos registros de manos peladas pasando de charcos a bosques, o de zorros de monte usando sólo los cortafuegos, lo que nos llamó la atención. Porque el zorro de monte, que es especialista de bosque, no usa la forestación como bosque sino que usa los cortafuegos para conectar con los montes nativos. Pensamos que eso sucede porque podrían funcionar como corredores que conectan con parches de pradera y de bosque nativo que les son más favorables”, sostiene la bióloga.
Y el tema no termina allí. “Dado lo que observamos, pensamos que los cortafuegos podrían estar favoreciendo a algunas especies”, dice Cravino, que enseguida hipotetiza sobre este efecto: “Algunas praderas que capaz que antes estaban fragmentadas ahora estarían conectadas por cortafuegos que están protegidos. Entonces, una especie de bosque que quisiera llegar hasta otro parche de bosque antes tenía que atravesar una pradera en la que podría haber predadores, humanos, perros y hasta cazadores; ahora podría estar aprovechando los cortafuegos que unen esos parches. O, como son animales de bosque, podrían estar más a gusto en esos cortafuegos que atravesando praderas abiertas”. Lo cierto es que cuando se analiza qué pasa en los cortafuegos de los predios forestados la biodiversidad de mamíferos no sólo no se reduce 30%, sino que incluso algunos animales encontrarían una forma de proliferar.
Especies ausentes
De los mamíferos uruguayos, los siguientes no salieron en la foto:
1) Especies muy raras o amenazadas, como el puma y el aguará guazú.
2) Especies que estarían fuera de su área de distribución, como el coendú y el coatí.
3) Especies que usan los sustratos más bajos del suelo, por ejemplo ratones y pequeñas comadrejas.
4) Especies de difícil detección, como son la nutria o el gato de pajonal.
“Vimos que el tatú [Dasypus novemcinctus] es un mamífero que podría verse favorecido por la forestación. En primer lugar porque es un animal más de bosque”, dice Cravino, que, pese a que encontró abundancia de tatúes, tampoco se hace trampas al solitario: “Evidentemente un bosque de monocultivo de forestación es mucho menos diverso que un bosque natural en cuanto a vegetación y presas”.
En ningún momento el grupo insinúa que cambiar bosque nativo por eucaliptos les dé lo mismo a nuestros animales autóctonos, ni tampoco que encuentren en los cortafuegos un nuevo hogar: “Esto no quiere decir que hagan un uso directo del cortafuegos, por ejemplo, que coman en ellos, sino que están pasando, usándolos para trasladarse. Eso lo vemos a través de muchas huellas o mediante una tasa de captura muy alta, es decir, un gran número de fotos que aparecen en las cámaras trampa”.
Al haber tantos animales usando los predios forestales, difícilmente pueda hablarse de “desierto verde”. “Hay grupos que afirman que la forestación es un desierto verde y otros que no lo es. Como universidad nunca intentamos ponernos a favor ni en contra de ninguna de esas posturas, porque si lo hiciéramos no podríamos investigar el tema”, sostiene la bióloga. Nuevamente, ver qué pasa en el cortafuego es quedarse con la escala local. Pero el grupo mira más allá.
Zorro gris. Foto tomada con cámara trampa en predio forestal de Montes del Plata.
Zorro gris. Foto tomada con cámara trampa en predio forestal de Montes del Plata.
Mirando más allá
La escala local implica ver qué pasa bien en el rodal, en el cortafuego o en la pradera, pero en este juego que es como hacer zoom off en Google Maps, las cosas cambian. Al aplicar este enfoque, lo que encontraron es más que inesperado: “Cuando subís la escala y no te fijás sólo en el rodal, ves que no perdés especies porque están en otros parches que están dentro de ese paisaje más amplio. Al ampliar la escala ves que los predios forestales tienen bosques nativos, tienen arroyos, cursos de agua, por lo que hay todo un sistema de corredores que podría estar interactuando”.
Algunos números
4 millones de hectáreas en nuestro país son de prioridad forestal (2,5 millones aún disponibles).
6 es el porcentaje de nuestro territorio que está cubierto por forestación.
25 es el porcentaje en el que aumentó el área dedicada a cultivos agrícolas y ganadería entre 1961 y 2015.
30 es el porcentaje de pérdida de biodiversidad de mamíferos en los rodales.
2011 es el año en que el grupo comenzó a monitorear la fauna en predios de Montes del Plata.
La bióloga quedó tan impactada por lo que vio que sin ambages me mira directo a los ojos y afirma, sabiendo que sus palabras resultarán de otro mundo: “Encontré la misma diversidad de mamíferos en el bosque nativo de una forestal que en el bosque nativo de un área protegida”.
Cravino puede hacer una comparación como esa porque para su tesis de grado debió relevar la fauna del Parque Nacional San Miguel, en Rocha. “La mayoría de las especies que usa el bosque nativo no se ve afectada por la forestación, porque el bosque está protegido por ley. Esta protección que tenemos de los bosques nativos es excelente, porque allí está nuestra mayor diversidad en cuanto a riqueza de especies y abundancia relativa de mamíferos de mediano y gran porte”, agrega, y lo que sostiene luego puede resultar obvio, pero por las dudas lo aclara: “Ningún animal vive en un parche de un metro por un metro. Hablar sólo a escala local te hace perder una visión holística de lo que verdaderamente usan las especies”.
Pero también hay otro tema que debe sumarse a esta compleja ecuación forestación/fauna: “Algo bueno que tienen los predios forestales es que está prohibida la caza, lo que podría estar favoreciendo que la parte de bosque nativo, que no se toca, quede más protegida por formar parte de un predio forestal”. Uno piensa entonces que podría verse a los predios forestales como zonas buffer que protegen los bosques nativos que están en esos predios: lugares cercados, donde se prohíbe la caza, a los que luego de los primeros años de la plantación y en la tapa de la cosecha ingresa muy poca gente por un tiempo considerable. Es que, luego del segundo año, en una forestal las personas se retiran del campo al punto que, me explica, al décimo año deben volver a hacer la caminería para poder cosechar. Las fumigaciones terminan al año y medio y deben ser efectuadas con mochilas –nada de mosquitos– y cumpliendo con estrictos protocolos. “Rara vez me crucé con gente en las salidas a campo en las forestales”.
Una de las cosas no deseables de la forestación es que concentra grandes cantidades de tierras en manos de pocas empresas, lo que implica que los pequeños productores sean corridos del campo. Eso, que es un dilema social que debe ser atendido –promoviendo la agroecología y otros modelos más equitativos del uso de la tierra–, tiene una contracara que, al menos, favorece a la fauna: menos gente en el campo significa menos perros y menos gatos; por mucho que le duela a algún animalista, los animales domésticos son los mejores amigos del hombre pero también de los mayores enemigos de la fauna nativa.
Zorros perro. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
Zorros perro. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
“Se ha visto en muchos países e incluso en islas. Los perros y los gatos domésticos han hecho desastres”, afirma la investigadora, que sigue: “Muchos de los registros de depredación que hay en nuestro país, en gallineros o corderos, son ocasionados por los propios gatos de las personas o por jaurías de perros de cazadores que los dejaron sueltos o de perros que están bajo regímenes de pasar hambre. En estos temas es difícil ver una única cosa que sea la que está afectando”.
A través de lo que ha estudiado, Cravino está inclinada a pensar que la forestación ayuda a conservar la fauna en mayor grado que otras actividades productivas. “Sería bueno que los efectos de los otros usos del suelo comiencen a investigarse tanto como se hace en forestación”, dispara. “En la forestación los cultivos son de diez años, mientras que en productos como la soja se habla de meses. Yo todavía no evalué qué pasa con la ganadería. Sí creemos que una mayor carga ganadera puede estar determinando la cantidad de mamíferos presentes. En las cámaras colocadas donde hay mucho ganado los registros de mamíferos son mucho menores, y eso no es porque a los mamíferos no les gusten las vacas o porque las vacas se comen todo, es porque la vaca lleva a que haya humanos y perros”.
La investigadora lo tiene claro: “No va a ser posible frenar el avance productivo en el país, lo que sí podemos hacer es buscar la sustentabilidad de esa producción en paisajes que, desde que entró el ganado, ya no son prístinos”. Y luego suma otro dato: “Tenemos que aceptar también que todas las especies son diferentes. No podemos esperar que un gato montés sea afectado por la forestación de la misma forma que una mulita o que un zorro, por el simple hecho del hábito de hogar que tienen, cómo se mueven y qué necesitan”. Tras una pausa, agrega: “Ninguna medida de conservación que quieras aplicar va a servir para todas las especies”. Es que para ella y su grupo todo se trata de cómo hacer para que en nuestro país las actividades productivas no terminen con la fauna, pero aceptando que es imposible que todo el país sea un área protegida.
Ni muy muy ni tan tan
Tanto el grupo en el que se desempeña como ella misma tienen hipótesis que seguirán investigando, pero además tienen un objetivo bien concreto: “Lo que hay que evaluar es cuánto está bien forestar dentro del paisaje para que la biodiversidad se mantenga”, dice Cravino.
Recordemos que los trabajos que realizó el grupo se hicieron en predios de Montes del Plata de cinco kilómetros de radio que estaban forestados entre 12% y 40%. “Vimos que no se pierden especies como grupos funcionales, se mantienen los carnívoros, los herbívoros, los insectívoros y los generalistas. Y en cuanto al uso del ambiente tenés también de todo: especialistas de bosque, de pradera y generalistas. El asunto es saber qué pasa al forestar por encima de ese 40%; nos interesa llegar a saber cuál es el umbral que podés llegar a forestar en un paisaje dado, pongamos de cinco kilómetros, sin que pierdas biodiversidad”, dice.
Las más fotogénicas
Sacando a las exóticas, que son el ciervo axis y el jabalí:
1) Tatú: 930 fotos.
2) Zorro de campo (Lycalopex gymnocercus): 820 fotos.
3) Zorro de monte (Cerdocyon thous): 249 fotos.
4) Peludo (Euphractus sexcinctus): 161 fotos.
5) Gato montés (Leopardus geoffroyi): 145 fotos.
Decíamos que Cravino acepta que el país productivo no se puede cambiar mágicamente, pero eso no implica que deje de perseguir hacer de este un mundo un poco mejor: “La idea a la que queremos llegar es a un umbral, un número de cobertura de forestación que nos permita decir que, en determinada cuenca, si tenés determinado porcentaje de área forestada la Dirección Nacional de Medio Ambiente, o quien sea, pueda decir que ese es el límite y que en esa cuenca no se puede plantar más. La idea entonces es articular y establecer medidas de gestión. Si los parches actuales de pradera no soportan una población de mulitas, ¿sería razonable exigir que dejen un poco más de pradera?”.
Jabalíes. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
Jabalíes. Foto tomada con cámara trampa en un predio forestal de Montes del Plata.
La investigación del grupo sigue en curso, así como la tesis de doctorado de Cravino. Hay muchas interrogantes planteadas y respuestas que, desde la ciencia, pretenden ser contempladas. “Hay que estudiar más en profundidad qué pasa con los ciclos dentro de la forestación y también con los herbicidas y hormiguicidas. Los dos bichos que pueden estar favorecidos –el tatú– o afectados –la mulita– comen hormigas, por tanto sería bueno evaluar qué pasa en las distintas etapas”, adelanta. La meta es clara: “Nuestro trabajo tiene como finalidad establecer pautas, medidas de manejo. Hoy estamos viendo que la mulita estaría siendo afectada, pero lo que no sabemos es si eso se debe sólo a la forestación o si es porque quedan rodeadas de cultivos agrícolas. Hay todo un concepto de impacto acumulativo que en nuestro país por ahora no se evalúa”.
Sin ser desafiante, Cravino invita a la reflexión: “Me interesa analizar qué pasa en una actividad productiva de cara a la conservación. Tenemos en nuestro país prácticamente la misma cantidad de superficie forestada que de bosque nativo, 5%, y quedan aún como tres millones de hectáreas de prioridad forestal. Creo que es el momento de hacer estos estudios”.
Las más esquivas
1) Comadreja mora (Didelphis albiventris) y margay (Leopardus wiedii): 1 foto.
2) Lobito de río (Lontra longicaudis): 3 fotos.
3) Mulita: 7 fotos.
4) Hurón (Galictis cuja): 14 fotos.
En el artículo publicado, los autores sostienen: “Nuestros resultados muestran que la forestación genera impactos negativos sobre la mayoría de las especies de aves y mamíferos a escala de rodal. Sin embargo, la sumatoria de estos efectos locales no parecen reducir la probabilidad de ocurrencia de la mayoría de las especies en el paisaje, con la excepción de las aves especialistas de ambientes abiertos. Esto sugiere que la conservación de los mamíferos de mediano/gran porte, y de las aves especialistas de bosques cerrados y las generalistas es viable en paisajes forestados que retienen al menos 60% de la matriz original”. También aclaran: la forestación es un fenómeno reciente (dijera Gardel: 30 años no es nada), por lo que habrá que estar atentos a lo que pase con el tiempo. Por lo pronto estas investigaciones ponen sobre la mesa datos para, sin simplismos, abordar qué tanto afecta la forestación a nuestra biodiversidad.
Artículo: “Forestación en pastizales de Uruguay: efectos sobre la diversidad de aves y mamíferos a escala de rodal y del paisaje”
Publicación: Ecosistemas (diciembre de 2018)
Autores: Alejandro Brazeiro, Alexandra Cravino, Pablo Fernández, Federico Haretche.