glifosato enfermoEl uso del glifosato está en pleno debate en Europa

La discusión, que no tiene fin y cada tanto se reaviva, involucra decisiones que a menor o mayor plazo pueden impactar en la actividad agrícola local
Aunque la llegada de la siembra directa, sin romper el perfil del suelo, supuso un avance revolucionario para la agricultura, las críticas al insumo clave de esa tecnología se hacen cada vez más fuertes. El uso del glifosato está en pleno debate en Europa.

Blasina y Asociados - Especial para El Observador
Las señales ya habían aparecido en 2015, cuando la Organización Mundial para la Salud (OMS)había apuntado que el herbicida era “probablemente cancerígeno”, ubicándolo en categoría similar a la que ocupa el mate uruguayo (en este caso vinculado a la costumbre de beberlo demasiado caliente).

 

Esta semana Francia anunció que en 2021 solo se podrá usar 20% del glifosato que se usa actualmente. Es un capítulo más de una tendencia que pone en tela de juicio al modelo agrícola actual y lo obligará, en un plazo más corto o más largo, a implementar cambios que en el caso de Uruguay pueden generar oportunidades a través de las rotaciones agricultura-pasturas.

Gabriel Carballal, productor agrícola uruguayo que trabaja con agricultura en Estados Unidos, dijo que en aquel país se trabaja intensamente en productos que sustituyan al glifosato y funcionen mejor tanto en lo ambiental como en lo operativo y que eso estaría disponible para 2026.

Si eso no funciona, podría volverse a una fase agrícola corta y una fase pastoril más larga como lo que se utilizó en el siglo XX.

Eso significaría un cambio fuerte en cuanto a los tractores que se utilizan y las herramientas que se utilizan.

Podría ser si volvemos a una agricultura más reducida en área. En ese casi también debe cambiar la genética.

En Estados Unidos hay cultivos de maíz sin agroquímicos, pero baja fuerte el rendimiento, tiene que haber un sobre precio muy fuerte.

Para Uruguay sería volver a la agricultura de los años 80. Sería un golpe para la agricultura, pero daría un nuevo crecimiento a la ganadería.

El viernes pasado, el anuncio del ministro de Agricultura francés, Didier Guillaume, matizó un poco el mandato previo que era de prohibición total. Pero a la vez dio inicio a un proceso que a la larga puede generalizarse. “Pienso que llegaremos al 80% del objetivo primario de terminar con el uso de glifosato para el 1° de enero de 2021”, dijo.

Macron había fijado inicialmente la fecha como la de abandono final en el uso del herbicida. “Macron fijó el 1º de enero como un objetivo político, creo que lo haremos al 80%, apuntó Guillaume. “Si llegamos antes a dejar de usarlo, mejor, pero el presidente ha dicho que ningún agricultor quedará a pie por estas medidas” expresó el ministro.

Este es otro aspecto importante de la política francesa: se contempla a los agricultores para que puedan ir desarrollando alternativas tecnológicas mejores.

El anuncio del ministro llega una semana después de que un juzgado en Lyon se pronunció a favor de inhabilitar el herbicida.

En 2017 el debate se centró en la votación en la Unión Europea para renovar la habilitación del glifosato. La discusión había sido ardua y llevado a debates acalorados. Pero finalmente 18 de 25 países respaldaron renovar la habilitación para el uso del herbicida que se ha convertido en el insumo más usado en la agricultura.

En este caso, Alemania –que prohíbe a la miel uruguaya por tener rastros del herbicida– había cambiado su postura de la abstención a la aprobación, despejando una discusión que llevaba más de dos años sin resolverse.

Eso generó una fuerte tormenta política en dos sentidos. Erosionó el prestigio de Angela Merkel por un lado. Por otro, la aprobación estuvo basada en un documento de análisis de riesgo que luego se demostró era un “copiar y pegar” de informes preparados por la industria de agroquímicos.

Luego de un largo impasse, en 2017 Alemania abandonó su neutralidad y quedó enfrentada a la Francia de Macron, que en su campaña electoral se había pronunciado por la gradual eliminación del herbicida. Lo hizo basado en ese informe, que recientemente ha sido cuestionado.

Pero en 2019 Stefan Weber y Helmut Burtscher-Schaden hicieron un estudio del documento en que los países europeos se basaron para renovar la aprobación y detectaron varias situaciones de “copiado y pegado” respecto a documentos de la industria de agroquímicos.

Surgió así una polémica en torno al eventual plagio que representaba el informe en base al cual la Unión Europea votó la continuación del uso.

Eso claro está tampoco prueba que el glifosato sea cancerígeno, porque muchos científicos consideran un grave error la decisión de la OMS de 2015 que categorizó al glifosato como probablemente cancerígeno. La OMS incluyó al glifosato en la lista 2A que es el mismo nivel de riesgo que tiene tomar mate o trabajar en una peluquería –por los productos que se aplican y quedan en el aire de la peluquería–.

El grupo 1 es para los agentes que son definitivamente carcinógeno para los humanos; 2A es probablemente cancerígeno para los seres humanos; 2B es posiblemente carcinógeno para los humanos; 3 es no clasificable; y 4 es probablemente no carcinógeno para los seres humanos.

Sobre la base de esa categorización, el año pasado un juicio cayó como una bomba sobre la recientemente fusionada Bayer-Monsanto, el mundo agrícola y los consumidores.

Un juzgado en California ordenó que la empresa debía pagar una millonaria indemnización a Dewayne Johnson, un jardinero que adujo que la exposición al herbicida había sido la causa del linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer que lo afectaba.

Es claro que un juicio no es una prueba científica y que es muy difícil o imposible determinar la causa de origen de un linfoma. Pero en términos de opinión pública eso poco importa. El glifosato es identificado por muchos consumidores como una sustancia de alto riesgo. En particular en Europa. Esta situación está causando un grave daño a la apicultura uruguaya, que enfrenta restricciones en Alemania, particularmente por la presencia de trazas de glifosato en la miel.

En esta semana la llegada de las cianobacterias a las costas de las playas más apreciadas de Maldonado pondrá nuevamente al modelo agrícola en el banquillo de los acusados. ¿Qué es lo que causa el permanente deterioro de las aguas, que verano tras verano presentan más cantidad y extensión de cianobacterias?

En Uruguay la agricultura continua basada en la siembra directa y el uso de glifosato como herbicida enfrenta la limitante de la resistencia creciente de las malezas al herbicida y los cuestionamientos del público que seguramente aumenten tras la irrupción de las cianobacterias.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 01 febrero 2019