País de primera, país productivo
@|La publicidad electoral muchas veces nos juega una muy mala pasada, pues en ella quedan fijas propuestas que como “canto de sirenas”, buscan encantar en su momento a posibles votantes, ciudadanos sin lugar a dudas, bien intencionados, quizás incautos o poco informados, por sobre todo crédulos y deseosos de un cambio que debiera en algún momento darse.
Marcelo Gioscia Civitate
Así quedan grabados en cortos publicitarios, en discursos, en carteles y pintados en muros, aspiraciones dichas como “hechos”, pero luego del ejercicio del gobierno, la realidad demuestra eran pura fantasía. Lejana, y lo que es mucho peor, falazmente contraria a los intereses generales que terminan olvidados en una frustración más, que se traduce en desencanto, cierres de empresas, pérdida de empleo, hambre, emigración.
Cabe recordar que el Frente Amplio accede al gobierno nacional luego de la peor crisis económica-financiera de nuestra historia, pidiendo “prestado el voto” a quienes habían votado siempre a los Partidos Tradicionales, prometiendo no solo honestidad, sino además “un país de primera y un país productivo”. Lamentamos comprobar que esas arengas - que en muchos votantes dieron resultado- sólo fueron frases demagógicas que luego quedaron por el camino.
En tres oportunidades la ciudadanía le dio la posibilidad al partido político que está en el poder, de construir ese prometido “país de primera” y ese “país productivo” que todos anhelamos y al que todo uruguayo tiene derecho.
Los resultados están a la vista del que quiera ver. Y no son nada alentadores, mal que le pese a los que buscan llegar a un “cuarto gobierno”. Ya no hay herencias ajenas a quien atribuir no poder alcanzar esas aspiraciones.
Es hora de asumir responsabilidades, más aún cuando se ha padecido de una “pérdida de chance” pocas veces vista, por el mal uso dado a los recursos financieros de la mayor bonanza económica de que se tenga memoria.
De la inseguridad y el nivel de nuestra educación pública, ni hablar. Se ha gastado mucho y mal, y en muchas empresas públicas monopólicas se administró peor.
Por ello, no deja de preocupar que en los últimos cuatro años se hayan perdido casi 50.000 puestos de trabajo y que la tasa de desocupación venga aumentando desde el año 2011 y los analistas esperen un enlentecimiento de la economía. La presión tributaria no deja lugar a mayores imposiciones y poseemos el combustible más caro de toda la región. Nuestra deuda externa –fruto de la política de estos tres gobiernos frentistas- trepó a los 45.000 millones de dólares. Han ingresado 70.000 funcionarios públicos. Han cerrado innumerables industrias y la pérdida de empleos que anotamos no refiere solo a la automatización de algunas actividades, sino al cese de actividad de empresas que no resultan viables o de otras como algunas lácteas, heridas financieramente de muerte, por incumplimiento de negocios contraídos en el exterior.
Una simple vuelta por el centro de nuestra capital y algunos espacios públicos nos muestran lo lejos que estamos de haber alcanzado el publicitado “país de primera”, pues a la liberación del consumo de marihuana, se ha sumado una ausencia de la autoridad pública municipal, que no aplica la norma ni siquiera a la hora de permitir disfrutar sanamente de plazas y paseos. Mientras inmigrantes de Venezuela y Cuba desbordan nuestras oficinas migratorias buscando aquí lo que no obtienen en sus países, los uruguayos mejor preparados buscan su destino en el exterior. Y el gobierno apuesta sus fichas a una segunda planta de celulosa, la que en definitiva muy poco le dejará a nuestro país.
Felizmente este año la ciudadanía podrá volver a expresarse, ojalá sea con cordura y racionalidad.