La ocupación en su hora decisiva
La central sindical uruguaya es un actor destacado en la vida pública de los uruguayos. Sus decisiones inciden en el diario vivir. Por lo general se adjudica representar valores fundamentales para cualquier sociedad como la solidaridad, la justicia o la defensa de los derechos humanos.
Sus discursos por lo general son cuidados, encendidos y articulados con la firmeza del que se cree dueño de una única verdad. Públicamente siempre demandan derechos y pocas veces asumen responsabilidades.
En Uruguay el PIT-CNT promueve todavía un discurso de división en clases que luchan y de enfrentamiento cuando el mundo del trabajo va para otro lado. En los últimos gobiernos del Frente Amplio ocupa una preponderancia en la vida política que hace que incluso tenga muchas veces más poder que el propio gobierno. Y eso para una democracia sana no está bien.
La herramienta formidable para el desarrollo de los países que deberían ser los sindicatos se encuentra en Uruguay herrumbrada y corroída por posiciones políticas e ideológicas sectarias.
Lo antedicho convierte al movimiento sindical en algo muy poco solidario con la población, basta recorrer Montevideo y ver esa enfermedad crónica que padece la intendencia por el eterno conflicto que plantea el sindicato de la basura. Pero hay cientos de ejemplos donde el desborde sindical termina dinamitando cualquier posibilidad de crecimiento o expansión. A veces esos desbordes son tales que lo único que logran es la asfixia de los emprendedores, quienes arriesgan capital. Uno de los casos más flagrantes es la brutal herramienta de la ocupación.
Esto no es responsabilidad de la central sindical sino del desequilibrio en las fuerzas fundamentales en la negociación democrática, tan necesaria para el crecimiento de las naciones. Las cámaras empresariales e industriales se muestran incapaces de equilibrar la balanza. Ni siquiera contando con el fallo a favor de la Organización Internacional de Trabajo en contra de las ocupaciones y piquetes desde 2010.
UPM ahora marcó la cancha en este tema. Para instalarse firmó con el gobierno y el Sunca un acuerdo marco para garantizar “el entorno propicio para la potencial inversión”. En ese texto, acordaron la “no adopción de medidas por las partes que afecten la regularidad del trabajo o el normal desarrollo de las actividades en la obra, antes de haber finalizado total y formalmente todas las instancias de conciliación y mediación previstas”. Y agregó que de no ser así “podrá constituir una causal para que no tome una decisión final de inversión”.
El secretario general de la central sindical, Marcelo Abdala, dijo que no ha habido “nada de nada” con respecto a una conversación entre el Poder Ejecutivo y los sindicatos para bajar a tierra este acuerdo. “Nosotros nos hacemos cargo de lo que firmamos en el acuerdo marco como PIT-CNT. Solo de eso”.
La capacidad negociadora de un gobierno en retirada deberá hacer frente a un baile complejo donde el Uruguay y la comunidad internacional estarán mirando con lupa. Sea cual sea el resultado, la consecuencia de esta negociación entre UPM, PIT-CNT y Poder Ejecutivo que impediría las ocupaciones de la nueva planta de celulosa resulta clave para comprender el futuro que se avecina. l
Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 09 febrero 2019