cop16 rRTras 16 COP de Biodiversidad y 29 de Cambio Climático, “la afirmación más justa es que las dos han fracasado”

Manuel Rodríguez Becerra fue uno de los firmantes que dieron origen a las Conferencias de las partes y hoy, a 32 años de su creación, hace un balance que no es muy esperanzador.La llamada ‘Cumbre para la Tierra’ que se realizó en 1992, en Brasil, marcó un hito en el enfoque sobre el desarrollo sostenible en el planeta.

Entre muchos otros, allí estaba el profesor Manuel Rodríguez Becerra, colombiano, primer ministro de Ambiente de su país y voz de referencia en el continente cuando se trata de las convenciones de Cambio Climático y Biodiversidad, que nacieron en esa instancia.

Estas convenciones, a su vez, dieron vida a las Conferencias de las Partes (COP por sus siglas en inglés), que son los ámbitos en los que se discute, se avanza (o se retrocede) en el cumplimiento de las metas dispuestas para evitar que la crisis climática y la pérdida de biodiversidad continúen.

A lo largo de los 32 años que pasaron desde esa cumbre se han ido sumando acuerdos, convenios y marcos, que en su mayoría no se cumplieron y fueron quedando por el camino. El mayor ejemplo son las llamadas “Metas de Aichi”, que integraban el Plan Estratégico 2011-2020 y fueron consideradas en su momento como un fuerte espaldarazo a la lucha por la biodiversidad. Eran 20, las firmaron 168 países y su evaluación final mostró que ninguna de las naciones logró cumplir una sola de ellas.

En 2022, en la COP15 que debía realizarse en China (pero fue pospuesta por el covid-19 y tuvo lugar en Canadá), se aprobó con bombos y platillos el Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica. Con 23 metas que los 196 países firmantes se comprometieron a llevar adelante, este documento renovó las esperanzas. Entonces, la COP16 de este año estaba llamada a ser la de la implementación; la que bajara a tierra ese marco y pusiera en blanco sobre negro cómo se iba a cumplir y cómo se iba a financiar el cumplimiento de metas.

Pero la cita tuvo un final complejo. O no tuvo final. Quedó inconclusa por falta de quórum y los fondos no se votaron, por lo que no hay cómo avanzar en los puntos clave. Tampoco quedó votado el presupuesto que permite el funcionamiento de la secretaría de la Convención de Biodiversidad (organizadora de las conferencias), por lo que hasta la burocracia quedó detenida hasta nuevo aviso.

Pocos días después de ese accidentado final, comenzó en Bakú, capital de Azerbaiyán, la COP29 de cambio climático, también con la implementación y el financiamiento como eje. Pero el comienzo no fue amable, ya hubo abandonos y discusiones, alertas por el lobby petrolero hiper-representado, además de una vigilancia férrea que genera un “clima de miedo”, según el relator de la ONU para los defensores ambientales, Michel Forst.

Para analizar lo que dejó Cali y lo que se está desarrollando en Bakú, El País conversó con Rodríguez Becerra, testigo privilegiado de estos 32 turbulentos años de negociaciones por el clima y la biodiversidad. Aquí un resumen de la entrevista.

-¿Dado que usted las vio nacer, cómo analiza el avance de las COP hasta este momento?

- Las dos convenciones fueron firmadas en 1992 y si uno hace un balance, la afirmación más justa es que las dos han fracasado. Eso incluye la suma de 16 COP en Biodiversidad y 29 en Cambio Climático. Si uno ve lo que se esperaba en 1992 y lo que se ha logrado 32 años después, queda muy preocupado.

En el caso de la biodiversidad, informes recientes muestran como hay varios millones de especies en extinción o amenazadas, o como el total de las poblaciones de vida silvestre han disminuido en un 73% en los últimos 50 años. Se podría decir que sería peor si no existiera la convención, y puede ser cierto, porque también hay cientos de experiencias y acciones positivas. Ayudó a que no sea peor, pero el balance es muy negativo.

Y con la de Cambio Climático pasa algo similar. Cuando se firmó, la expectativa era que para esta época los problemas ya estarían resueltos y no estaríamos en la crisis que estamos hoy. Sin embargo, han aumentado más del 62% las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1992. Y desde el Acuerdo de París (firmado en 2015) para acá, también siguen aumentando.

Todas las COP intentan avanzar en los compromisos, en los medios de implementación, en el establecimiento de metas. Y en el caso de la COP16 era un tema central la financiación, pero no hay por ahora. Y mientras no haya financiación, lo que se podrá implementar será muy parcial. Esto fue lo mismo que pasó con las Metas de Aichi, no hubo financiación suficiente y se cumplieron muy parcialmente. En cambio climático pasa algo similar.

¿Dado lo que ocurrió, le parece que el Marco de Kunming Montreal puede terminar como las Metas de Aichi?

Yo creo que va en esa dirección. No tendría nada distinto para decir después de lo que pasó en Cali. Está arrancando muy mal, porque no solo no está la plata, sino que quedó claro que el 80% de los países no habían presentado antes de la COP sus planes estratégicos, lo que muestra que hay baja voluntad política para cumplir con las 23 metas.

Y en el caso de cambio climático es una situación muy preocupante, porque la tendencia en la que estamos es muy mala. Con la tendencia actual, vamos hacia los 3,1°C (de aumento de la temperatura global), lo cual está muy lejos del acuerdo de 1,5°.

Las metas de los países, que se fijaron en 2015 y se aumentaron en 2020, no se están cumpliendo en su mayoría. E incluso si las cumplieran, el incremento de la temperatura podría llegar a 2,8°C, lo que indica que la meta no es suficientemente ambiciosa.

Hay una gran similitud en el caso de las dos convenciones y lo único que podemos afirmar es que la crisis ambiental está incrementándose.

Al participar en la COP16, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, planteó que más que dinero, hace falta voluntad política para solucionar esto. ¿Qué piensa de esa afirmación?

Que es lo mismo, porque si no hay dinero es porque los países no le están dando la prioridad política que requiere.

Se estima que resolver el cambio climático requeriría de 1.2 trillones de dólares durante varios años, algo que es factible. Pero si uno mira, ve que en 2009 se acordó que los países desarrollados transferirían 100.000 millones de dólares al año a los países en desarrollo -algo de por sí muy modesto-; ve que esa cifra se ratificó luego en el Acuerdo de París, y ni siquiera eso se cumplió.

En la previa de la COP de Cali se esperaba -o al menos se anunció- una fuerte presencia de presidentes de varios países. Sin embargo, eso no se concretó. ¿Piensa que afectó a la negociación?

Es cierto que no hay mucha tradición de que vayan a las COP de biodiversidad. En la de China (que se hizo en Canadá) era la chance para que fueran muchos, porque se iba a firmar el Marco de Kunming Montreal, pero China no los invitó.

En este caso, Petro sí los invitó. Él se considera a sí mismo como un gran líder ambiental mundial y pensó que si invitaba a muchos presidentes, iban a llegar, pero no llegaron. Y eso demuestra también la poca importancia que le dan los gobiernos al tema biodiversidad.

En la de cambio climático sí van a aparecer más presidentes, pero ya desde antes de empezar se supo que la presidenta de la Unión Europea no irá y el canciller alemán tampoco. Y sería importante que fueran.

La presencia que sí se vio crecer en Cali fue la de empresarios. Algunas organizaciones ambientalistas valoraban el interés y otras criticaban el lobby. ¿Usted cómo lo analiza?

El sector privado siempre tiene esa doble faz. Hay empresas que lo hacen de buena fe, porque están de acuerdo en que se cumplan las metas y están dispuestos a meter la mano en el bolsillo, pero hay otras que van a hacer lobby para impedir que se hagan los acuerdos.

De hecho, The Guardian publicó que había una coalición de laboratorios británicos, liderada por Astrazeneca, para oponerse a la repartición justa y equitativa de los beneficios derivados de los recursos naturales incluidos en cadenas genéticas digitalizadas. Lo que se debe entender es que esta no es una cuestión de filantropía, es una obligación pagar.

negacionismo
¿Qué opina sobre las personas que todavía niegan el cambio climático?

La negación del cambio climático es una fabricación que hicieron las empresas. Creo que fue el mayor acto de corrupción que hubo en el mundo el proceso que lideró Exxon para desacreditar la evidencia sobre el cambio climático. Eso está muy bien documentado en el libro “Mercaderes de la duda”, de Naomi Oreskes y Erik M. Conway.

Exxon hizo una campaña brutal, aliada con otras petroleras, para desacreditar la evidencia sobre el cambio climático. Y tan exitosa fue que incluso “distinguidos” miembros del Partido Republicano de Estados Unidos, incluido Donald Trump, adoptaron esa posición.

Diario EL PAIS -Motevideo - URUGUAY - 18 Noviembre 2024